Richard Ríos

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˗ˏˋ Te olvidaste de mí 'ˎ˗

Disclaimer: expresiones colombianas.

。・:*˚:✧。

El sonido ensordecedor del estadio puede parecer desconcertante algunas veces, así que trato de enfocarme en las instrucciones del preparador físico, quién dirige el calentamiento minutos previos al debut de la selección Colombia en la Copa América

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El sonido ensordecedor del estadio puede parecer desconcertante algunas veces, así que trato de enfocarme en las instrucciones del preparador físico, quién dirige el calentamiento minutos previos al debut de la selección Colombia en la Copa América. Respiro tranquilamente y me sorprendo a mi mismo buscando algún rostro similar en el interminable público de Houston.

Esfuerzo mis ojos lo más que puedo, con la esperanza de encontrar los orbes cafés que no dejaba de imaginarme en mis sueños.

Quedan pocos minutos antes de ingresar al camerino e intento aplacar la ansiedad que me remueve por dentro, y como si de una broma se tratase el encargado de la música del estadio decide burlarse de mí.

Luna de Feid empieza a resonar por el estadio.

Había conocido a Isabella en el colegio, cuando ambos éramos pelaitos, siempre se sentaba en las sillas del medio en el salón y en descanso andaba por el patio del colegio dando vueltas con su parche de amigos.

Eso sí, no había partido o picadito de fútbol que se perdiera, y como yo andaba metido en todo, formaba parte de ese espectáculo.

- Richard- me llamó un día saliendo del colegio, mientras se quitaba la corbata que nos obligaban a usar por uniforme- hoy jugó muy bien contra esos manes de once.

- Ah, gracias Isa- no éramos mejores amigos, hablábamos rara vez en el salón y de vez en cuando me daba copia de las tareas- igual perdone por haber goleado a su hermano.

- Fresco- se rió, dejando ver sus hoyuelos en las mejillas- de todas maneras, dice mi hermano que si quiere ir almorzar hoy a la casa, creo que lo quiere convencer de unirse al equipo del barrio.

Empecé a jugar futsal con el hermano de ella y otra gente que vivía en el barrio, salía de clases y si había entreno, me iba de una con los hermanos y parchaba con ellos toda la tarde.

Su familia me recibió inmediatamente, y al vivir en la misma calle, no había fiesta mía o de ellos que nos perdiéramos. Cuando Isabella cumplió quince años, la familia cerró la calle para armar el relajo en plena vía, y mi mamá había pasado horas enseñándome a bailar el vals.

- Hoy estás muy bonita Isa- le dije cuando llegó mi turno de bailar con ella, después del reguero de primos que tenía.

- Si ve que le he dicho que uno cambia cuando se baña- esa era su frase, y con la que más me molestaba cada vez que no me veía con el uniforme de entreno- usted también está muy lindo hoy.

Al terminar mi turno le dí un beso en la mejilla, alejándome con una sensación extraña por dentro.

A los 17 tuve que aceptar que estaba tragado de Isabella, pero en mi mente no más, porque ella siempre se veía en otro mundo. No faltaba a un partido mío, dentro y fuera del colegio, algunas tardes iba a su casa a qué me ayudara con la tarea de trigonometría, dónde le tocaba repetirme los ejercicios unas cinco veces porque yo me la pasaba embelesado viéndola; o a veces estaba en la mía porque le fascinaba que mi mamá le hiciera trenzas, mientras yo la veía sentado cerca a mamá.

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⏰ Última actualización: Nov 11, 2024 ⏰

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