|•La cena y una disculpa•|

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Ese traje de pingüino le apretaba mucho, la corbata lo estaba casi ahorcando de lo ajustada que estaba, tocó a la puerta mientras arreglaba la corbata con enojo.

- Ah, hola cariño, veo que te tardaste un poco en llegar -
Se apoyó en el marco de la puerta.

- Perdón, estuve haciendo un par de cosas antes de venir - Se refirió a que Nerón había hecho un desastre en el patio y tuvo que ordenar, quedó en silencio antes de darse cuenta que estaba hablando perfectamente en español. - Puedes hablar en español? -

- Si, he practicado ,lo que importa es que ya estás aquí, pasa adelante - Se apartó, dándole paso.

Empezaron a caminar por el pasillo en silencio, nadie empezaba algo para conversar, lo único audible eran sus pasos resonando en las paredes, era un silencio incómodo.

- Dime, viniste por qué querías o por obligación?... - Preguntó seco.

Titubeó antes de responder.
- Creo que por las dos cosas no estoy seguro...-

- No estás seguro? - Repitió.

El guanaco solo venía por la comida pero tenía que crear una excusa creíble, no era agradable para el estar con alguien que lo intento violar dos veces seguidas.

- Espero la comida que prepare sea de tu agrado, tome toda la tarde haciéndola - Arreglo sus mangas con nervios evidentes.

- He escuchado de Alemania que cocinas muy bien - Miraba con curiosidad e pasillo lleno de pinturas.

- Te gustan? Puedo hacerte una si lo deseas - Miraba atento al guanaco.

- Tu los hicistes, son muy bonitos pensé que los había hecho Ale -
El alemán lo vio indignado.
- Pues el saco ese don de mi -

Volvieron al silencio, pero de alguna manera ya no era tan incómodo como antes, abrieron la puerta del comedor y quedando a la par de la mesa el alemán jalo una silla para que se pudiera sentar el guanaco.

- Ya regreso -
Se fue por otra puerta dejando al salvadoreño con hambre.

Mientras tanto, asegurándose que se había ido, reviso su celular por algun mensaje de ONU o para entretenerse mientras el Reich volvía de la cocina, las paredes estaban decoradas con pinturas y fotos de la familia alemana, había un candelabro de cristal azul en el cielo falso que brillaba reluciendoce al máximo.

En su cabeza se cuestionaba haber ido con el alemán en primer lugar, le daba mala espina que se estuviera comportando tan tranquilo con el temiendo que en algún momento esa tranquilidad acabará huyendo de la casa y correr lo más lejos posible, por otro lado pensaba que solo era su paranoia y de verdad estaba intentando cambiar su comportamiento cuando estaba con el, todo esto fue interrumpido cuando se escuchó el golpe de la puerta abriéndose.

- Discúlpame por tardar mucho -
Traía una bandeja con los platos de comida con una sola mano mientras sostenía la puerta para que no se cerrará.

El guanaco quedó sorprendido por lo bien que olía la comida, le gruñía la panza solo de pensar en que era lo que comerían, finalmente el Reich dejo la bandeja en la mesa...

Otra vez ese silencio incómodo, empezaba a enojarle no tener un tema de conversación, solo se miraban entre sí mientras cortaban la carne de sus platos.

- Quería disculparme... -
El Salvador lo vio sin entenderle por qué se quería disculpar.

- Si es por qué me golpeaste en los baños no te preocupes no soy vengativo ni rencoroso -
Le dijo mientras masticaba.

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