cap 11

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POV;Carlos

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"¡Carlos! ¿Estás escuchándome?"

Despegué mis ojos de la laptop cuando observé el rostro de Max tan cerca que, de un cabezazo, seguramente podría romperle la nariz. Me alejé para evitar hacerlo, y aunque siempre me había enojado cuando me sacaban de mis momentos de concentración, no quería que iniciáramos otra pelea. Mi familia ya estaba cansada de nuestros arrebatos y de tener que arreglar mi oficina por cómo la dejábamos después de eso. Max es mi mejor amigo desde que estuve iniciando la secundaria. Él era un alfa como yo; sin embargo, de algún modo logramos encajar después de molernos a golpes un par de veces. No es que me queje, así eran las clases debido al constante deseo por ser mejor que todos tus compañeros de tu género. Max y yo comprendimos que no había necesidad de llegar a eso. Hemos sido amigos desde entonces y, aunque no compartimos siempre pensamientos, podemos irnos a los golpes. Nunca pasa de eso; aquí, el que gana la pelea tiene razón, fin de la historia.

Mi familia lo contrató para que sea como mi ayudante, mi mano derecha. Ellos pasaban la mayor parte de sus años viajando y todo lo que fuera en Londres quedaba en mis manos. Así que me trasladaron a su oficina hace un año. No me quejo, es mucho más grande que la anterior. Ser el único heredero de una de las compañías más conocidas a nivel nacional e internacional puede ser algo de demasiado estrés para cualquiera. Yo, que nací en esa cuna de oro, ya estaba completamente acostumbrado y sabía cuándo permitirme vagar e ignorar el trabajo y cuándo no.

Por ejemplo, cuando recogía o llevaba a Oscar, ahí me podía permitir ignorar el trabajo solo para después esforzarme el doble. No dejaría que todo se me junte como aquel jueves donde las cosas se salieron de mis manos. Aún me hervía la sangre de solo pensar que no acabé con ese desgraciado.

"Max, ¿exactamente a dónde les gusta ir a los niños de tres años?"

"¿Qué? ¿Cómo voy a saber yo eso?"

"No lo sabes, perfecto. Entonces deja de joder y permite que la máquina me responda."

Él rodó los ojos y se sentó en la silla corrediza frente a la mía, separados por mi gran escritorio. Continué buscando entre las páginas las actividades favoritas de pequeños de esa edad, aunque todas las opciones que me daban me parecían tan cliché que quise hasta mandarles mi carta a los usuarios de Yahoo para que se vayan a la misma mierda con sus respuestas tan obvias e inútiles.

Es importante agradarle a Ollie. No es que tuviera experiencia en niños o en cortejos, pero Oscar amaba a su hijo y si realmente deseaba llegar a algo con el, necesitaba poder agradarle a lo más importante en su vida: esa bolita con piernas y brazos que responde al nombre de Ollie.

Sonreí al recordar aquel día que lo conocí, ese temor que creció en mi pecho cuando Oscar me abrió parte de su vida y me contó su historia. Pero, por sobre todo, recordé esas ganas que tuve de seguirlo apenas tres minutos después de que se fue. Yo no iba a renunciar a mi omega solamente por un pasado oscuro. No sería igual que cualquiera porque necesitaba a Oscar en mi vida tanto como necesitaba respirar. Así es, he oído de estas historias tantas veces, pero jamás creí vivir una.

Como a cualquier niño pequeño, las historias que me contaban antes de dormir hablaban sobre dragones, príncipes y princesas amándose para siempre por tener un lazo destinado a existir. Uno no suele creer en esas cosas cuando creces; ves que la realidad se basa en morder a alguien y ya, pero cuando yo la vi aquel día en el baño, me di cuenta de que quizás los cuentos no siempre son solo cuentos.

Oscar era mi pareja, mi omega, mi otra mitad. Lo sentí, y algo dentro de mí me decía que él también lo hizo, aunque para mi sorpresa no se lanzó en mis brazos de buenas a primeras. Descubrí que gracias a mi padre tenía más autocontrol que cualquier otro alfa que haya conocido. Debía agradecerle, porque de no ser por él, habría devorado al pequeño en el auto, cosa que no estaba del todo bien, aunque mi cuerpo me lo pedía a gritos.

The Perfec Omega (Carloscar/carcar) Oscar Piastri X Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora