Después de una experiencia horrorosa con la su expareja, Natalan acude a Soaring como último recurso para librarse de esta, iniciando ellos una relación después de lo ocurrido
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𝑳a lluvia caía de forma suave y Soaring estaba preparando su cena después de un largo día de trabajo, llegar a su casa era lo que más deseaba.
El sonido de la puerta siendo golpeada con suavidad lo hizo asomarsé por la mirilla, al darse cuenta de quién era abrió rápidamente y dejó pasar a su amigo.
-¿Natalan?, ¿¡Pero que te pasó!?- se alarmó el castaño al notar las llamativas heridas en el rostro de su amigo
-Nada, solo una pequeña discusión con Roier, ya sabes.- explicó el pelinegro mientras se encaminaban al sofá de la sala.
El de ojos bicolor fue en dirección al baño por el botiquín de primeros auxilios dejando a su compañero en la sala, una vez curandolo le empezó a preguntar qué tan fuerte había sido la discusión para que terminara así.
-¿Pero qué hiciste o que para que estés así?-preguntó el castaño poniendo la última curita en la mejilla de su acompañante.
-Es solo que, me quedé horas extras en el trabajo y había olvidado mi teléfono en casa entonces no tuve forma de avisarle.-
-Bueno pero, no entiendo porque actuó de esa manera.- argumentó el castaño
-Sabes como es Roier a veces suele ponerse sobreprotector conmigo como siempre lo ha sido, pero ahora que acepté ser su pareja las cosas no han estado marchando muy bien del todo.- narraba el del suéter azul.
-Pues si, pero hasta en el amor hay límites no por ser tu pareja tiene derecho a controlar cada aspecto de tu vida.- refutó Soaring intentando hacer entrar en razón a su mejor amigo.
-Se que Roier no es perfecto, pero yo tampoco lo soy ¿Okey?, ambos venimos de experiencias amorosas deplorables.- habló Natalan defendiendo su punto de vista.
-Cuando me decidí a iniciar una relación con él creí que estando ambos rotos podríamos, no sé, arreglarnos mutuamente o algo así. Y ahora me siento tan estúpido de tan siquiera haberlo pensado.- continúo el azabache.
