17: La acusada

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No es un honor que se advierta de lanzar la primera piedra solo al que esté libre de pecado; se hace porque todo juicio que emitas, tarde o temprano, acabará por regresar en tu contra

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No es un honor que se advierta de lanzar la primera piedra solo al que esté libre de pecado; se hace porque todo juicio que emitas, tarde o temprano, acabará por regresar en tu contra.

La última de las antorchas quedó en el pasillo de las escaleras. Shaula se detuvo en el umbral, la puerta abierta. Estaba entre aquel cálido ascenso, custodiado por fuego de cada lado, y la fría habitación, donde solo la luna hacía un amago de iluminación a través de los cristales de la ventana.

Su corazón se agitó, desesperándose libremente por primera vez en todo el trayecto.

—¿Estoy presa? —preguntó aferrada al marco de la puerta, tan fielmente asida como si se preparara para ser empujada al interior.

—Esto no es una prisión, alteza —le contestó el diácono de la Iglesia, condescendiente.

—Es una torre, aislada, con un seguro puesto desde afuera...

El diácono de la santa Iglesia de Ara negó tan lentamente que Shaula, hiperventando, quiso tomarlo de los hombros para apurarlo a responder.

—Estará bien atendida aquí, hasta que los testigos convocados a su juicio puedan hacer acto de presencia.

—Pero... ¡Mi padre! ¿Cuándo llegará mi padre? Necesito verlo cuanto antes. ¿Podría pedirle que venga a la torre apenas llegue?

El hombre la miró ladeando su rostro. A Shaula no le gustó su expresión. Se sentía como un cachorro apaleado al que se observa moribundo sin poder intervenir.

—Su padre no ha sido convocado a su juicio, alteza.

—¿Cómo que no...?

Sus palabras se alargaron en un suspiro que se llevó todo aliento, todo atisbo de esperanza. El corazón de Shaula, aunque apuñalado, aún latía, pero solo mientras el puñal seguía taponando la herida. Con esa revelación, fue como si le arrancaran el arma asesina del pecho. Fue cuando su valentía empezó a desangrarse.

—¿Mi padre no vendrá?

—No, princesa.

—¿Se le notificó al menos... la situación?

—No todavía.

—¡¿Cuándo lo harán?!

—Cuando haya un veredicto.

Que es lo mismo a decir «cuando ya no haya nada que hacer».

—¡Pero él es el rey! —discutió la princesa.

—Lo es, por ende entenderá los procedimientos de este caso.

Shaula movió la cabeza en negación, frenética.

—Yo no lo entiendo. No entiendo cómo no notificarían al rey del juicio de su propia hija. Si el rey se enterara...

—Es un juicio por... —El diácono calló, mirando a ambos lados y bajando ligeramente el rostro. La palabra, el mero hecho de que saliera de sus labios, parecía una humillación personal que prefería evitar—. Los casos de sodomía deben ser juzgados por la autoridad de Ara en el reino. La corona no tiene jurisdicción en estos casos.

Monarca [Completa] [Saga Sinergia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora