Amor como una pasta - Anchovy

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Mi nombre no importa. Lo hace mi historia. La primera vez que nos observamos los rostros éramos imperceptibles uno del otro. Éramos invisibles a nuestro campo de visión; tanto así, que jamás nos conocimos directamente hasta ese día.

Durante largos períodos pensé en su voz. Por alguna extraña razón, la escuchaba clamando el alías: "Duce, duce"; parecía que su vida era cierta, aunque, en realidad, solo nos conociésemos de habla

Cómo pude, entonces, llegar a dar por cierto que aquel era su rostro. Ni una fotografía o un simple boceto del mismo. Pero, allí estaba, y cuando en mi alma se reconoció salté en la mente clamando su amor. Él me conocía, más yo no a él.

Que el encontrarlo fuese simple nunca se trató de un enigma, pues susurraba al oído con la voz: "Duce, dulce duce, el ansia que en mí existe es solo como la pasta: un sin fin de enredaderas con una banal superficialidad." No usaba los términos extravagantes de belleza en mí y esto era —en efecto— de buen decoro.

Más aún recuerdo los calores cuando lo dijo en el primer encuentro. "Duce es como un Carro Velocce, parece débil pero su resistencia es verdadera." Lo tome de buena manera y abalánzame sobre su cuerpo con ávida rapidez. Ahí estaba, ahí estaba, ahí existía conmigo.

Yo no era el dictaminante de los encuentros solitarios; lo era él, con su voz de seguridad. Ante la timidez cedíanme los instintos y buscaba conforte en su caluroso pecho. Los fuertes brazos rodeabanme y esto parecía todo lo que era el encuentro: dos personas, acurrucadas en las calles del barco italiano, como dos perros callejeros en el invierno. No carecíamos de la ternura.

Estos afectos me resultaban en extrema cautela. A veces cedía a los impulsos, y el día que nos unimos en la danza erótica él lo hizo. Recuerdo el placer del momento como si hubiese durado un millar de años. El hecho de este afecto no era sino del alma.

"Duce, duce, duce" gemía siempre al verme y su rostro y voz dabanme la seguridad de que todo iría bien  porque, aunque las palabras mientan, las facciones faciales siempre dirán la verdad.

Y entonces nuestro amor era como una pasta: lleno de enredaderas y con una banal superficialidad. Él existía, no solo a mi lado, sino en mis adentros. Eso era todo lo que necesitaba y necesitaré.

Cantos de pájaros de primavera - Colección de Girls und PanzerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora