CAPÍTULO CUATRO

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Abrí mis ojos ante un nuevo día, uno lleno de oscuridad, la palabra que realmente caracteriza mi vida. Oscuridad. Aún así, me niego a rendirme.

Yo soy la única esperanza, la única llave y solución para acabar con la masacre que será provocada debido a mi existencia, mi sangre y todo lo que tiene que ver conmigo. Es extraño ser la causa de la destrucción y la salvación al mismo tiempo, y no sé cómo sentirme en cuanto a eso. 

Como si la curiosidad hubiese tocado a mí puerta, me encaminé entre los pasillos del enorme lugar. Bajé las escaleras majestuosas, la sala de star era enorme, habían muebles de terciopelo marrón muy finos, una chimenea y dos lámparas en el techo. Sobre el piso luminoso de mármol reposaban alfombras de colores oscuros y entre jarrones y cuadros antiguos adornaban el lugar, era acogedor y a la vez rústico.

Seguí por uno de los pasillos hasta llegar a la cocina, era muy espaciosa e incluso había una isla en medio. Tomé una manzana del recipiente sobre la encimera, se veía deliciosa, tenía un color rojo tan intenso como la sangre, muy parecido a sus labios.

<<¡¿Pero en que rayos pienso?!>>

— Veo que ya despertaste. — dí un respingo, dándome vuelta al escuchar el varonil sonido de su voz.

Había aparecido como de la nada, su aura irradiaba tranquilidad y calma pero a la vez una peligrosidad intensa y atrayente, una que no pude percibir antes pero que ahora era más que evidente.

— Sí. — expresé un tanto nerviosa. 

Debido a su figura autoritaria vestida de negro y esos ojos color café que brillaban intensamente mientras me observaba, sentí que el corazón se me salía del pecho cuando comenzó a acercarse lentamente a mí, a lo que retrocedí chocando contra el borde de la encimera.

Cuando estuvo a escasos centímetros, sus musculosos brazos se posicionaron a ambos lados de mi cuerpo, acorralándome y dejándome sin salida a la vez que inclinaba su cuerpo hacia delante para estar a mi altura, mi corazón martillaba contra mi pecho, mientras mi cuerpo se tensaba.

Sentí su respiración en mi rostro, su aroma era una mezcla de frutos secos y pino que me resultaba embriagador, la cercanía me permitía sentir el calor de su cuerpo por encima de la ropa.

Nuestras miradas se mantuvieron conectadas desde el primer momento y las mejillas comenzaron a arderme. Su boca se curvó en una pequeña sonrisa.

— ¿Por qué tan nerviosa? — interrogó con un tono de voz ladina.

Desvío su mirada a mis labios por unos segundos, relamiendo los suyos, encontrando nuestros ojos nuevamente.

— N-no estoy nerviosa. — musité.

— Puedo escuchar el sonido acelerado de tu corazón. ¿Me temes por lo que soy? — comentó pícaramente, como si le divirtiese ponerme ¿nerviosa?. — ¿O por lo que significo en tu vida?

— ¿Qué? — arrugue el ceño, confundida ante su pregunta.

— No puedes ignorar quién soy aunque no recuerdes nada. Te sientes atraída por mi y no lo puedes evitar. — explicó. — Prácticamente eres mía desde que naciste, estabas correspondida a mí desde el principio de tu existir.

Ahora mismo soy un remolino de emociones, no tengo ni la menor idea de lo que me pasa. Seguía mirando a esos ojos tan intensos que conectaban con los míos. Sus labios jugosos acapararon mi atención por unos segundos antes de volver a conectar con sus ojos.

Sus palabras retumbaron en mis oídos como tambores, no es miedo pero, el significado de lo que soy para él me hace sentir protegida y temerosa al mismo tiempo.  Simplemente no puedo explicar con palabras lo que me pasa ante su presencia y la cercanía con su cuerpo, su aroma, su mirada, me hacía sentir como hipnotizada en ese momento.

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⏰ Última actualización: Sep 16 ⏰

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