Capítulo 2: Supermercado

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-Maldita sea, como pude ser tan idiota- me queje mientras iba a la zona de vegetales por las dichosas fresas. 

Tomura se había puesto pesado con que las quería frescas, cuando le sugerí que podía ir a la tienda más cercana por
unas congeladas.

Tome una caja y la coloque en el carrito. Estaba en la tarea de buscar la crema cuando escuche risas tras de mí. Mire disimuladamente y sonrei. Eran estudiantes de la UA, y reconocí al menor de la familia. Desaba hacerle una broma, pero iba en medio del grupo, entre un un chico de cabello verde y una joven castaña. Tras de él, iba un rubio con cara de pocos amigos y otro joven de cabello café, que alzó la mirada y lo reconocí por la cicatriz que tenía sobre el ojo izquierdo. 

-¿Cuántos traidores hay en la UA?-Pensé- Ese chico trabaja para Chizaki, y Aoyama, ese rubio cobarde, es nuestro infiltrado-

Espere a que pasarán, y simulando que era un accidente, le pegue en el tobillo con el casquillo de las botas. Sus ojos morados de su quirk de dragón me miraron, confundido, y solo encontró a un desconocido mirando las pizzas
congeladas.

Escuche que le preguntaron que había pasado, y dijo que se había tropezado.
Seguí buscando mis cosas, sin perdernos de vista, para ver si Shoto se alejaba, lo que ocurrió en el área de jugeteria. El Yakusa le estaba insistiendo que le quería regalar un peluche de Endeavor por su cumpleaños y el otro se negaba.

-Acéptalo, será un lindo recuerdo- le dije, escondido atrás de una estantería.

Me reí cuando los vi confundidos y se alejaron casi corriendo de allí, lo que aproveche para ponerle la zancadilla a mi hermano,  quien acabo en el suelo. 

Le lance el peluche diciendo
-Insisto,  y si quieres yo te lo pago- me estaba aguantando la risa por ver al hijo perfecto de Endeavor en el suelo.

-Asi que tu fuiste quien me pego hace rato- dijo el otro

-¿Quien demonios eres?¿Lo conoces, Shiru?

-Somos amigos de la infancia- mentí. Miraba fijamente  a Shiru con mis ojos descubiertos y los lentes cubriendo las quemaduras, para intimidarlo más- Nos vemos, hijo prodigio de Endeavor- me despedí y salí por el otro lado del pasillo.

Debía desaparecer antes de que alguno de los 2 hablara, pero me detuve frente a la farmacia.  Estaba pensando si hacerlo desde que llegué al lugar, y decidí hacerlo.

Era extraño llevar en el carrito un par de pruebas de embarazo,  y las oculte antes de llegar a las cajas, por nervios.

-Maldita sea, apurate-
Hablaba con Kurogiri desde la calle vacía donde me había dejado, y entre en el portal apenas apareció.

Arroje la bolsa sobre la barra y fui a ver a Tomura,  quien se había dormido en el sillón.

-Hace unos minutos termino de hablar con sensei. Ya está el plan para mañana- explicó Kurogiri desde la puerta.

- Entiendo- dije.- Voy a meter las cosas al refrigerador y lo subo a la habitación-

Le hubiera podido decir que guardará las cosas él, pero no quería que viera las pruebas. No era tan tonto para ignorar eso y sería incómodo explicárselo.

Acomode las cosas de manera descuidada en el refrigerador prácticamente vacío, y metí las pruebas en mi saco.

Entré en la habitación de tv. La pantalla prendida mostraba el fondo negro y las letras “only sound” como evidencia de la vigilancia de All for One. Ignore eso, pero me recordó al Gran Hermano de 1984. Al menos en las habitaciones no hay micrófonos ni camaras, pensé.  Era lo primero que había verificado al llegar aquí.

Escondí las pruebas en un cajón lleno de curiosidades y basura. Nadie buscaría allí en primer lugar, aunque a veces hubiera dinero o drogas. La cantidad de cosas y el riesgo de cortarte con navajas, alfileres y otras cosas era muy alta.

Ocultaria aquello hasta mañana después del ataque, por lo menos. No queria estresarlo, el riesgo que tomara una mala decisión era alto. Mañana debía de protegerlo de ataques directos, sin que se viera demasiado obio, o se molestaría mucho.

Volví a bajar para subirlo a su habitación. Lo carge con cuidado de no despertarlo. Sus manos abiertas no eran un problema,  había comprobado que si no estaba consiente, su poder no se activaba. Oí como se quejaba, pero no se despertó.

Lo acomode en su cama, y me fui a mi habitación a ponerme la gabardina. Kurogiri ya había abierto el bar, y aunque no hubiera mucha gente, siempre insistía en que alguen lo acompañara, pues no era bueno luchando.

Me quedé hasta medianoche,  escuchando los rumores e historias  de los clientes habituales, para evitar pensar en lo que estaba pasando con Tomura.

Me subí a la habitación,  apestando a alcohol barato.Había ocurrido una pelea por un malentendido y me habían arrojado un vaso lleno cuando intenté detenerlos. Eso no evitó que los sacara a patadas del local.

-Mañana ya habrá tiempo para bañarme- dije con un bostezo. La ventaja es que tenía otro traje idéntico. Ya me estaba quedando dormido cuando Tomura grito desde la otra habitación:

-¿Y mis fresas con crema?



Perdón por todos los muertos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora