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Matthew

Desde pequeño me habían enseñado, que ser el mejor no era suficiente, tenía tan solo 13 años y ya había entendido que no quería seguir estudiando, porque era una carga para mi familia, la cual era de escasos recursos, y creo que todo hubiera sido genial si hubiéramos sido solo 3 o 4 en la familia, pero no, ellos querían tener muchos hijos, tuvieron 9 hijos, y para mi desgracia, yo era el del medio, no me prestaban mucha atención, así que desde esa edad comencé a fumar, y no sé por qué, pero eso les parecía atractivo a algunas chicas, lo cual, no tenía sentido, pero me daba igual.

Fui a comprar un paquete de cigarros, tal vez eso me haría sentir mejor, llevaba buscando trabajo, pues tenía ya 21 años, no podía estar en casa como un mantenido, y hacer los deberes de la casa junto a mi hermana menor, no me hacía tanta ilusión.

Encontré trabajo en una biblioteca, era lo suficientemente grande y bonita, aunque los libros no eran mi fuerte, pero decía ahí que no requería de estudios o de experiencia, entonces eso facilitaba mucho las cosas.

Cuando empecé a trabajar, todo era lo suficientemente tranquilo, me ponían a acomodar los libros que los estudiantes dejaban en la recepción, era fácil, se acomodaban los libros por secciones, y por títulos.

Por lo general solían agarrar libros de sus especialidades, de los últimos libros que había, eran "Psicología infantil" "Biotecnología avanzada" "Los espectros de la química" y unos cuántos títulos más, resultaba interesante, pero ya ni siquiera recordaba lo que me gustaba en mis tiempos de secundaria, era bueno en teatro, pero supongo que no lo suficientemente bueno, sino hubiera seguido.

Acomodar los libros era una tarea fácil, no como lo de mis compañeros, ellos hacían otras cosas, como ordenar los nuevos libros que iban llegando, y eran cajas enormes, algunos llenaban informes, pedían más libros, otros supervisaban, y una chica en particular se la pasaba en recepción, lo curioso era que el jefe siempre estaba con ella, supongo que eran buenos amigos.

Y un día más de mi rutina, resumido, creo yo, pero era demasiado aburrido. Escuché que alguien se acercaba a mi, pero no le di importancia, tal vez era un estudiante, que iba a buscar un libro, pero no, al parecer no era eso, era la señorita de recepción.

—Hey, hola, Matthew, ¿no?

— Así es, ¿ocupa algo señorita?

—Quería preguntarte sobre un libro, ¿has visto el libro de Orgullo y Prejuicio? — suspiró demasiado triste, tanto que me pesó verla así. — Es que no hemos encontrado el libro Will y yo, lo he estado buscando desde hace varios días, y no lo he visto, pensé que tal vez tú sabrías dónde está.

—Está en la sección de romances, si quiere podemos ir a buscarlo.— le tendí la mano para que bajara con cuidado de las escaleras, y fuimos a la sección de romances, creo recordar vagamente que vi el libro hace unas horas. 

Un libro de pasta gruesa, de color azul celeste, con dorado y rosa en sus bordes, una portada demasiado cursi para mi gusto, pero supongo que a las mujeres les encantan las cosas como esas. Rebusqué durante unos minutos, recordando cómo se acomodaban los libros, por títulos, buscando ese dichoso libro de color celeste, que al parecer, le gustaba a Melissa. Encontré el libro en una esquina, detrás de otro libro bastante popular "Posdata: Te amo", y cuando le señalé el libro, sus ojos se iluminaron y una gran sonrisa, una sonrisa demasiado bonita para ser cierta, apareció en el rosto de ella. Parecía de esas princesas de Disney, tan sonrientes y bonitas, como las pintaban en las películas y libros de mis hermanas, me parecía que esa chica era bastante atractiva, solo que, un detalle, era 15 años mayor que yo, no parecía, pero lo era, y eso no estaba bien, menos si ella no se interesaba en mi.

—Muchas gracias Matt, te debo una.— se inclinó hacia a mi y me dio un beso en la mejilla, y con eso tuve para estar distraído todo el día.

Cuando llegué a mi casa, todos estaban tan tranquilos cenando, que por fin pude relajarme y dejar de pensar, era una cena bastante buena, claramente mi mamá hacía de las mejores comidas. Y Amber estaba de buen humor, lo cual era bastante extraño, ya que al estar en la pubertad, era un poco, demasiado grosera, gritona, malhumorada y un poco llorona, y ahora estaba demasiado feliz como para decirlo con palabras.

—¿Por qué están tan felices todos?— se me ocurrió preguntarle a mamá y ella solo me miró, pero el que contestó, fue mi papá.

—Me voy a ir a Canadá a trabajar.— yo solo pude sonreír levemente, sin papá en casa, mis hermanos y yo, tendríamos que mantener la casa en pie, y eso no era tan bonito.

—Que bien, me da gusto.— En ese momento solo quería desaparecer, entonces me subí a la azotea, a fumar todos los cigarrillos que quedaban en la caja, quedaban más o menos unos cuatro, con eso me bastaba.

Comencé a pensar que la vida tal vez no era tan divertida, y que así debía de vivirla, pero no contaba con que la vida a veces tiene altibajos, las cosas pueden ir mucho mejor, o pueden ir muy mal, tal vez nunca terminaría de entender cómo funciona la vida.

Al siguiente día, seguí con mi rutina normal, solo que ahora Melissa me saludó cuando llegué, ¿qué tenían todos con sonreír?, me parecía algo molesto, incluso si la sonrisa de Melissa era tan bonita. Seguí con mi trabajo, como si nada, y luego la vi salir, demasiado alterada, entonces decidí ir a buscarla, tal vez sería buena idea, o tal vez pésima, debería descubrirlo, para estar seguro.

Mala idea, estaba lloviendo.

—Melissa, no salga así, se puede enfermar.

—¿Acaso importa?

—¿A usted no?

—Mi padre acaba de morir, ¿cree usted que me importa enfermarme?— ups, un paso mal que dio, y casi cae al suelo, pero alcancé a sostenerla y detener el impacto, y entonces se quedó impactada, mirándome fijamente, con un rubor sutil en sus mejillas.


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⏰ Última actualización: Jul 18 ⏰

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