Adlers

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Cinco días habían pasado desde aquel encuentro incómodo con Kageyama y Ushijima, donde Hinata estaba más alterado de costumbre. Cinco días habían pasado desde que Hinata "dejó atrás" a Pedro.

—Hinata, ¿Hoy nos es el día?— Preguntó Tsukishima desde la puerta de su habitación— Llegarás tarde.

—¡Maldita sea!— Maldijo Hinata mientras rápidamente se levantaba.

No había dormido nada, quizás de la emoción, propio de él. Hoy por fin tendría una reunión/entrenamiento con los Adlers, el equipo de Kageyama.

Decir que estaba nervioso era una total verdad, estaba aterrado, no estaba tan acostumbrado al voleibol de piso. Pero intentaría y haría todo lo posible para quedar en el equipo y jugar con Kageyama, que era realmente lo único que le importaba.

—Kei, necesito que me prestes tu auto— En los días que Hinata estuvo ahí, tuvo tiempo de renovar el registro y validarlo en Japón, y como Tsukishima hoy no hacía nada, no vió mal usar el auto por media hora de viaje.

—Mientras no choques con nada— Río— Es todo tuyo.

Hinata sonrió y agarró su bolso con sus cosas, zapatillas, ropa de entrenar, y rodilleras y algo que había conseguido en Brasil, tensores de espalda.

No es sorpresa para nadie que Hinata es un trampolín andante, pero es humano, y sus limitaciones están en la columna vertebral y rodillas, así que cuando estuvo en Brasil un médico le recomendó suspensores y tensores, Hinata optó por tensores, ya que se adaptaban más.

Salió de la casa de Kei y encendió el auto emprendiendo un viaje de aproximadamente media hora. Hinata realmente no olvidó Brasil, ni a Pedro, pero era mejor tratar de canalizarlo de otra forma, no deseaba recordarlo, sabiendo que todo era surrealista y que no se imaginaba estar en Japón de una forma tan abrupta.

Pero su realidad era esta, tuvo que huir de su lugar seguro por un estúpido que lo golpeaba y era probable que si él se quedaba ahí acabara dentro de una bolsa negra en un basurero. Esa era la cruda realidad.

Al segundo día de estadía en lo de Kei, Hinata comenzó a recibir llamadas de Pedro, diciéndole que lo estaba buscando por todos lados, que no se iba a salvar de los golpes que lo esperaban, Pedro era capaz de todo.
Ese mismo día Kageyama habló con Hinata informándole que el entrenador Suzaku aceptaría ver un entrenamiento de él, y luego tomar una desición.

Hinata tenía miedo, sentía que su preparación no era la adecuada, voleibol de playa, ¿Era tan ingenuo para creer que era suficiente?

Al llegar Hinata se adentró a los vestidores siendo guiado por un guardia de seguridad y comenzó a cambiarse.

Su cuerpo en esos años había cambiado, estaba muy marcado, sus músculos se notaban con solo caminar, sus brazos estaban bien formados y por consecuencia se le formaban venas en las manos bastante notables. Hinata se miró al espejo y tenía moretones en los brazos, que para un voleibolista podían ser normal, pero eran morados oscuro, hasta ahora, nadie los había visto.

Así que Hinata tomó mangas de protección negras y cubrió sus brazos, no iba a permitir que nadie los vea.

Salió del baño con su bolso y se adentró a la cancha donde estaban todos los chicos entrenando. El entrenador Suzaku lo miró de arriba abajo.

—¡Hinata shoyo!— Sonrió y lo abrazó— Que gusto verte, ¿Estás listo para el entrenamiento?

—Es un gusto, sí, estoy listo— dijo fríamente, Hinata había perdido el buen sentido del humor hace mucho, algo que dejó impactado a Suzaku.

Hinata divisó a Kageyama quien estaba charlando algo con el libero Toshirō Heiwajima quien portaba el número uno de camiseta.

—Kageyama— Hinata se acercó— ¿Puedes armar en tiempo cero?

𝓓𝓮 𝓪 𝓽𝓻𝓮𝓼 (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora