Conclusión

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A través de los hechos y la historia de los pueblos, el caballo se convirtió, sin duda, en un símbolo de poder que se ha representado en diversos medios y espacios, reconfigurando a nuestras propias sociedades. En el polo, ese deporte que simula guerra, no solo es una actividad recreativa par las élites, sino un performance que reproduce su estatus y sus jerarquías; específicamente, mediante los partidos, entrenamientos y torneos. A través de los ojos de antropólogos simbólicos como Víctor Turner, es que podemos ver a estos momentos de actividad y competencia, como se desarrollan verdaderos dramas sociales que le dan forma al mismo deporte y a las comunidades donde y que lo practican.

Con la excepción de que la diferencia entre reparación y reintegración pueden no estar del todo diferenciados, en un encuentro (hasta casual) de este deporte ecuestre pueden ubicarse fácilmente las partes y características del drama social; un drama que, por cierto, es bastante controlado, poco disruptivo o revolucionario... y por eso gusta a los poderosos.

El polo: un drama social del deporte y las élitesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora