Día 1

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Me levanté a las seis de la mañana, sudada y con la respiración irregular. Mierda, otra vez las malditas pesadillas. Apagué la alarma y me vestí para ir a clases.

Bajé las escaleras y allí estaban mis padres, sentados uno en cada punta de la mesa de la cocina.

Hacía meses que no se miraban a la cara.

Ni si quiera me saludaron así que como siempre salí por la puerta.

Me puse mis auriculares y comencé a reproducir la música, odiaba ir a la escuela.

Odiaba a todos esos profesores con miradas de desaprobación cada vez que veían a algún alumno. Odiaba a todos esos chicos y chicas que te miraban como si fueses un pedazo de mierda. Pero de alguna forma no los llegaba a odiar del todo porque en el fondo les entiendo.

Su vida es tan mierda que solo se sienten bien jodiendo la de otras personas.

Me sentía observada cada vez que caminaba por esos estrechos pasillos.

¿Por qué son tan malditamente largos? Es como si nunca acabasen.

Me sentía impotente cuando los profesores me entregaban alguna nota y negaban con la cabeza como si no esperasen nada de mi.

En los descansos oír los gritos y murmullos mientras siento que se me desinflan los pulmones y se me salen los ojos de las cuencas, siento que no puedo respirar y siento que me arrancan las cuerdas vocales cuando solo quiero gritar.

En el baño sentir el miedo de que alguien se de cuenta de que estés ahí y te lancen papel mojado o cualquier otra gilipollez.

Sinceramente odiaba el simple hecho de tener que despertarme para ir a ese lugar.

No sé a quién se le ocurrió un sitio en el que juntar a un montón de adolescentes en plena etapa hormonal para enseñarles cosas la mayoría aburridas y que no tienen ningún interés en aprender.

Llego a la entrada del colegio y me encuentro con mi grupo de amigos.

Lidia, Miguel, Olivia y Javier. (Este último mi primo)

- Hola. - me dice Lidia al llegar mientras me quito los auriculares y me siento a su lado en el banco en el que están.

- Buenas, oye ¿sabéis si había deberes de química? - digo yo.

- Ni idea. - Dicen Miguel y Javier al unísono.

- Eso no importa porque no vamos a entrar.

- Lidia, sabes que si me salto otra clase mi padre me mata. - Dice Olivia, que hasta ahora había estado sentada acabando de fumarse un cigarrillo y con la mirada perdida.

- ¿Otra vez tu padre? Tía sabes que no puedes seguir así, te está machacando. - Le digo.

- Y que coño quieres que haga, no tengo dinero para salir de esa casa. Cada vez que consigo algo me lo quita y se lo funde en el casino o en cerveza. -

Solamente me quedo callada.

Olivia es una chica con padres separados, con su madre no habla desde hace años y su padre se pasa el día apostando o bebiendo.

Ella a veces trabaja de niñera cuidando niños o paseando perros para ganar algo de dinero, pero por más que lo esconda su padre siempre se lo quita y se lo gasta en lo que quiera.

Lleva años odiándole pero no puede hacer nada para librarse de él, como si fuera un parásito pegado a ella chupándole toda su energía.

Nos levantamos y nos dirigimos a un parque para saltarnos las clases menos Javier que nunca viene con nosotros cuando hacemos eso.

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⏰ Última actualización: Jul 16 ⏰

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