El viaje

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En el momento que subo a este avión me inquieta el hecho de compartir el mismo espacio con William.

El guaperas, porque no tiene otro adjetivo, creo que impresiona a la mitad, o la mayoría, de los pasajeros que viajan con nosotros. De todos los aviones en los que he volado, estamos en la zona Vip, y eso que no me había fijado que la empresa con la que trabajo compró los billetes en primera clase hasta que les echo un vistazo en un momento. Es flipante eso de ser jóvenes influencers y que por la imagen que das a la sociedad viajes con un pase VIP.

Va a ser un viaje intenso y movidito, así que, me pido una copa de champán para aguantar mejor a mi compañero de asiento.

Volamos desde la ajetreada ciudad de Barcelona, de donde somos los dos, con destino a Londres. Así que, son 2.4 horitas en las que estaré al lado del insoportable de turno número uno. Menudo viaje me iba a dar...

Cuando me dijeron en la agencia con la que trabajo que tenía que hacer este viaje con este guaperas de manual, quería hacer un agujero en el suelo y esconderme, hasta que me dijeran todo lo contrario, que no era verdad. ¿Por qué tenía que pasar por esa pesadilla?

No era amigo mío ni enemigo, pero es que no podía ni verlo. Ya lo tenía que aguantar en ruedas de prensa hablando de su vida ideal y de YouTube.

Por Dios, era un engreído y un cretino si quería seguir sumando seguidores en su carrera de influencer. Es que no lo soportaba. ¿O eso ya lo he dicho? ¿Se nota mi odio hacia él? ¿Mi animadversión? Aunque ya sé que todos queremos sumar seguidores en nuestras redes sociales, estaba a la orden del día.

No pensaba hablarle en todo el viaje, era el momento de relajarme y de disfrutar de esos placeres de la vida como era viajar. Me encantaba. Lo que no me esperaba era lo que iba a ocurrir en los cielos aquel día de invierno...

El viaje transcurre tranquilo hasta que empiezo a notar algunas turbulencias que cada vez son más fuertes. Miro por la ventanilla y estábamos pasando por sendas nubes cargadas de nieve, seguramente. Eso no podía estar pasando... ¿Era el fin? ¿Iba a morir en las alturas habiendo volado durante toda mi vida? El avión se agita con fuertes rachas de viento y oigo algún que otro chillido. ¡Era muy joven para morir! Me sujeto con fuerza al asiento, pero, se levanta mi cuerpo por la gravedad, y me choco contra algo o alguien, porque me sujetan mientras murmura algo que no alcanzaba a oír. Se agita con fuerza el avión otra vez y chillo sujetándome a esa persona. Íbamos a morir, joder...

Un temporal se estaba desatando en el cielo, era unabatalla a contrarreloj, en algún momento nos íbamos a estrellar contra elsuelo... Pero, parece que nunca llega, o que los minutos pasan tan despacio que es como si se hubiera encendido una cámara lenta. Veo mi corta vida pasar por mi mente, no podía... Respirar. Mi vista se nubla y lo siguiente que veo es... La oscuridad que me abraza.

Lo poco que puedo recordar es estar aferrada a un cuerpo como si me fuera la vida en ello, literalmente, unos brazos estrechándome, y una colonia masculina.

Al despertarme, ya no estoy aferrada a esa persona. Sin embargo, estoy tumbada en una camilla y el olor antiséptico del hospital inunda mi nariz. Hay cables serpenteando por mi cuerpo tapado por una manta blanca que me cubre, al parecer, estoy conectada a alguna máquina que da mis constantes vitales. ¿Cómo he llegado hasta ahí?

Recuerdo haber estado al borde de la muerte en un avión sobrevolando una tormenta de nieve, pero, de ahí a haber aterrizado y que me hayan trasladado a un hospital...

¿Había muerto y habían traído hasta aquí mi cuerpo? Estaba paranoica... Pero que te ibas a esperar de una chica joven que acababa de ver su vida terminar frente a sus ojos. Estaba en shock.

Fingiendo contenido románticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora