Había anochecido.
La luna estaba en su máximo esplendor cuando tres amigos decidieron ir a la playa para celebrar su graduación. Eran dos chicos y una chica, los tres se conocieron en la primaria y, desde ese día, se volvieron inseparables. Siempre que se reunían era una aventura para ellos, cometiendo una y mil locuras.
Con una caja de alcohol encendieron la fogata, pusieron música a todo volumen, conversaron y rieron. El alcohol estaba haciendo sus efectos.
Alex, el más alocado del grupo se le ocurrio ir a nadar, los otros chicos aceptaron de inmediato.
- Un momento- Alex los detuvo, con una sonrisa divertida - ,el que llegue de último le tocará conducir -, de inmediato los chicos empezaron a correr y se metieron al agua helada.
Entre risas y jugueteos no tardaron mucho tiempo en salir del agua, se apresuraron a sentarse junto a la fogata.
- El agua está helada - mencionó Cintia, tiritando de frío.
- Ya lo creo. Oigan amigos creo que no siento mis dedos - Jonas miró sus manos temblorosas, los otros chicos lo observaron divertidos, a punto de reírse - ¡No es gracioso!
- ¿Quieren oír un cuento? - les propuso Cintia.
Los chicos asintieron interesados, luego la chica comenzó a relatar;
Cuentan los marineros, que en aguas más profundas existe una criatura de fascinante belleza, una criatura dulce y angelical que atraía a los marinos con su hermoso y melodioso canto quedando hechizados por su hermosa melodía, Esa criatura era una sirena. Más todo aquel que se acerca lo suficiente, podía descubrir que todo era una simple fachada de lo que realmente es. Dicen que es una criatura malévola y sedienta de sangre, que con su canto atrae a los marineros a su perdición, llevándolos a las profundidades del oscuro océano. Solo unos pocos se han podido resistir a su canto tan seductor, dicen que su maldad no tiene límites y su sed de sangre se vuelve más intensa cada noche, subiendo a la superficie en busca de una nueva víctima; lo curioso aquí es que todas sus víctimas son hombres.
Dicen que la sirena vino a esta Bahía en busca de más víctimas. Los marineros que se quedan a altas horas de la noche aún pueden escuchar su melodioso canto, algunos solo se alejan pero pobres los que se dejan atraer.
Cintia termino de relatar su historia y los chicos quedaron entre asombrados e intrigados.
- Interesante, una sirena asesina- Alex interrumpe el silencio- buena historia, aunque un poco fantasiosa diría yo- embozo una sonrisa, divertido. Observo a Jonas que estaba un poco asustado - No me vas a decir que crees en esa historia ¿Verdad?.
- ¿En serio crees en lo que dicen unos marineros ebrios?- le preguntó a Cintia.
- Esa historia me la contó mi abuelo, Alex. Además, es solo eso, una historia- aclaro Cintia, aunque estaba dudando un poco.- En fin vayamos a dormir, se está haciendo muy tarde.
Cintia se levantó de inmediato y camino hacia su carpa, Alex y Jonas hicieron lo mismo.
- Alex - lo llamo Jonas - ¿Puedo dormir contigo?.
- Está bien, puedes venir- contestó Alex, en una carcajada.
- Descansa, Cintia - Jonás se despidió, luego se dirigió a paso veloz a la tienda de campaña.
- Descansa Jonas, buenas noches Alex.
Era la medianoche cuando los chicos estaban durmiendo muy pacíficamente. Alex se despertó con unas ganas de ir al baño, salió de su campaña sigilosamente para no despertar a los chicos, se dirigió a unas rocas que estaban cerca de ahí y se oculto. Cuando ya estaba listo para volver a su tienda de campaña, de pronto, se detuvo al oír que alguien cantaba, era tan hermoso y melodioso que su curiosidad le ganó y fue siguiendo la voz hasta saber de dónde provenía. El canto se hacía más intenso y mientras más se acercaba Alex pudo divisar a una mujer, estaba sola contemplando el horizonte, de allí venía esa voz, esa mujer era la que estaba ejecutando tan bella melodía. Alex se acercó un poco más Y de pronto la mujer noto su presencia
