23. Promesas lejanas.

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Peppy abrió la puerta con un leve crujido, dejando que el sonido de su llegada rompiera el silencio casi absoluto de la casa

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Peppy abrió la puerta con un leve crujido, dejando que el sonido de su llegada rompiera el silencio casi absoluto de la casa. Su rostro mostraba señales de un cansancio extremo, con los hombros caídos y pasos pesados mientras entraba en la habitación. Dejó su bolso en el suelo cerca de la entrada, y el sonido de la bolsa cayendo parecía resonar en el espacio vacío.

Poppy no levantó la vista de la televisión, pero giró lentamente la cabeza hacia su papá, un gesto que demostraba que estaba consciente de su presencia.

Su uniforme de trabajo estaba arrugado y sus zapatos, sucios de barro, delataban el esfuerzo del día. A pesar de su apariencia descuidada, su rostro se iluminó al ver a su hija. Se agachó frente a ella con una sonrisa suave, intentando ocultar su agotamiento detrás de un gesto amoroso.

—Hola, Poppy —dijo él, su voz suave pero un poco temblorosa por el cansancio—. Estoy de vuelta en casa. ¿Qué estás mirando?

Ella siguió mirando la pantalla, murmurando respuestas casi inaudibles.

—Sí, papá —dijo Poppy, sin desviar la mirada—. Valentina quería jugar al tenis, pero Elly dijo que es muy pequeña para jugar.

—Eso suena muy interesante, corazón —respondió su padre, contento de recibir una respuesta pronta de su hija.

—Papá, ¿cuándo van a regresar mi mamá y Viva? —añadió abruptamente la menor, aún fija en su programa de televisión.

Él se sentó en el sofá junto a ella, con las manos cubiertas de tierra y polvo. La abrazó con suavidad, procurando no mancharla para evitar que ella reaccionara con desagrado a la textura sucia de sus manos. Miró alrededor del lugar; el desorden en la habitación le pesaba, pero trató de no dejar que su cansancio se reflejara en su voz.

—Mamá y Viva están en un lugar muy, muy lejano —explicó él con paciencia—. No sabemos exactamente cuándo van a volver, pero espero que algún día regresen.

Poppy frunció el ceño, asimilando la explicación con una mezcla de esperanza y confusión.

—¿Pero por qué están allá? —preguntó con una curiosidad infantil que no conocía límites.

—Están allí porque necesitan hacer algunas cosas importantes —dijo su papá, mirando a Poppy con ternura—. Es como cuando tú tienes que esperarme todo el día hasta que regrese del trabajo. Ellas también están ocupadas con algo que necesitan hacer, y yo sé que están pensando en ti y... tal vez también en mí. —suspiró con tristeza, una vez mencionado lo último.

Poppy asintió lentamente, sus pequeños dedos jugueteaban con el borde de su vestido floreado.

—¿Muy lejos? —preguntó con insistencia, usando su mano para indicar una distancia que ella no comprendía completamente—. ¿Cuántos días?

Él se tomó un momento para encontrar una manera de explicarlo sin complicar demasiado el concepto. Tomó aire y luego habló con cuidado:

—Imagínate que tenemos que viajar en un barco o en un avión, pero el viaje es muy largo, como si estuviéramos viajando por muchas noches y muchos días —dijo, haciendo una pausa para que Poppy pudiera seguir su ritmo—. Así que no van a volver pronto. Necesitamos esperar un tiempo.

La menor asintió lentamente, aunque su rostro mostraba que aún no comprendía del todo el concepto de tiempo prolongado. Ella miró al suelo, su mente trabajaba para entender la idea de una espera indefinida.

—¿Crees que las veremos pronto?

Su papá le acarició el cabello con suavidad, su expresión estaba llena de esperanza a pesar de la fatiga que lo envolvía.

—Espero que sí, cariño. La esperanza es lo último que se pierde. Mientras tanto, tenemos que ser fuertes y valientes, igual que ellas.

Poppy sonrió, tratando de imitar la valentía que veía en los ojos de su papá. Aunque no entendía completamente la magnitud de la distancia ni el tiempo que tendrían que esperar, sentía consuelo en las palabras de su padre y en su cálido abrazo.

—Está bien, papá. Siempre voy a ser igual de valiente que tú.

Peppy sonrió al ver un brillo inocente en los ojos de su hija. Se levantó con un poco de esfuerzo y fue a la cocina para preparar algo para cenar, mientras Poppy volvió a mirar la televisión, su mente ahora estaba llena de sueños y esperanzas de un futuro en el que su mamá y hermana regresarían.

Durante la cena, hablaron de cosas cotidianas, de los colores de los dibujos y de cómo iba la serie de televisión de Poppy. Su padre trataba de mantener la conversación ligera, alegrando el ambiente a pesar de su cansancio. Aunque el apartamento estaba desordenado y la ausencia de su esposa e hija era un vacío en sus vidas, el amor por su hija menor brillaba a través de pequeños gestos de cuidado y paciencia.

 Aunque el apartamento estaba desordenado y la ausencia de su esposa e hija era un vacío en sus vidas, el amor por su hija menor brillaba a través de pequeños gestos de cuidado y paciencia

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Un Corazón en las Sombras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora