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Al asomarse más al callejón, pudo ver un grupo de 5 chicos maltratando a un pobre joven, el cual al lado suyo habían una gafas tiradas con los cristales rotos. Al presenciar esa escena tan desconsiderada, no pudo evitar sentirse mal por el muchacho. Sin embargo, algo lo sacó de sus pensamientos.
Notó que uno de esos tipos llevaba una peculiar sudadera de paloma, con cadenas colgando de su pantalón y demás accesorios góticos. Esa forma de vestir le hacía recordar a alguien conocido, sin embargo no lograba descifrar quién..
Ese mismo chico se volteó y logró verle el rostro. Un rostro pálido y cansado, como si nunca durmiera, unos labios rosas claros, voluminosas pupilas lavanda y un rebelde cabello negro. Al verlo de pies a cabeza, por fin recordó..
-¿¡Duxo!? -exclamó alterado. Definitivamente era él, el mismo muchacho de la preparatoria. Vaya, parece que no ha cambiado..
-Qué? -cuestionó desconcertado. -¿quién diablos eres tú y por qué sabes mi nombre?
-Duxo, soy yo! ¿.. No me recuerdas?
Hubo un fino silencio, el cual fue roto al instante.
-Espera... Aquino? El idiota fresa de la escuela?
-Si.. Ese mismo.
Duxo al verlo y visualizarlo se largó a las carcajadas junto a sus camaradas. Estos se reían y burlaban de el castaño por su peculiar vestimenta. ¡Si que no ha cambiado nada!
-¡pues vaya sorpresa! En verdad no recordaba tu estúpida cara, pero que bueno verte otra vez. -confesó.
-Oh, en serio?
-claro, ahora déjame darte saludarte. -se acercó con cautela e hizo un puño su mano, se puso en posición y le encajó un golpe firme en su estómago.
El golpe fue tan veloz y brusco que no pudo mantenerse estable, provocando una caída al suelo. El pelinegro rió más fuerte hasta el punto de sacar lágrimas de la risa.
-Sigues siendo el mismo debilucho patético de siempre. -comentó y le tiró un escupitajo en el rostro. -Ya vámonos, chicos. Antes de que venga alguien más.
Su clan estuvo de acuerdo y se fueron todos juntos, dejando tirados al ojimiel y el otro niño. Aquino se estaba retorciendo en el suelo, sufriendo un inmenso dolor a causa del golpe. Sin embargo, eso no le impidió levantarse y caminó erráticamente hacia el muchachito para recogerlo y llevárselo de ahí.
-Hola niño, deseas que te lleve a tu casa? -se ofreció amablemente.
-H-hola, por favor.. -aceptó el chico. -está por la calle #######
-bien, vámonos!
Caminaron sin prisa por las calles unas 2 horas aproximadamente y terminaron su recorrido frente una pequeña casa, lugar donde el joven vive.
