Capítulo 2

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Era temprano por la mañana, todos estaban despiertos y activos en la nave del gran Frezzer. Todos corrían y andaban de aquí para allá acatando órdenes del gran Frezzer o bueno casi todos, menos una pequeña niña que se encontraba dentro de la nave pero apartada de los demás, su nombre era Kasumi, su aspecto era desaliñado, tenía raspones por casi toda la cara, brazos y rodillas, pero eso poco le importaba a la niña, ella trataba de
ignorar el ardor y seguía con lo que realmente le interesaba lo cual era entrenar, se esforzaba tanto para tener buenos resultados y mostrárselos a su padre, le gustaba la mirada que le daba este cada que venía de las misiones y observaba que su pequeña entrenaba arduamente, logrando estar mucho más fuerte que la última vez que la vio.
Su padre iba a misiones por órdenes del gran Frezzer, a Kasumi no le agradaba, pero tampoco lo decía, ella trataba lo más que podía de no molestar o estresar a Vegeta, así que la mayoría de veces no protestaba cuando su papá le decía algo, no quería molestar a aquel hombre gruñón.

La mayoría del tiempo estaba sola tratando de distraer su mente curiosa y traviesa que tendría cualquier pequeña de su edad, pero Kasumi solía decir que no era cualquier niña, ella era una sayajin de sangre pura, era una princesa y no tenía tiempo de hacer ridiculeces o niñerías como lo haría cualquier otra, eso era lo que decía, aunque nadie sabía que realmente aquel comportamiento era debido a que no quería decepcionar a su padre, sabía
lo que pensaría si llegaba a verla haciendo ridiculeces, así que para evitar la cara de decepción de Vegeta, mejor entrenaba, así podría ver su rostro lleno de orgullo. Hoy como, normalmente, estaba sola, sin embargo no sería por mucho tiempo, se tenía previsto que dentro de una hora llegaría Vegeta, Nappa y Raditz. El gran Frezzer los esperaba con ansias, tenía una conversación pendiente con los tres, especialmente con Raditz.

Kasumi entrenaba para matar el tiempo mientras esperaba a su padre, ya había pasado un mes de la última vez que lo vio yéndose a una misión y lo extrañaba. Ser hija de Vegeta era difícil, tal vez él jamás le había levantado la mano si no era para entrenar, pero sin duda alguna Vegeta sabía dar miedo a cualquiera que lo conociese y Kasumi no era la excepción. Su Papá era lo único que le quedaba, tenía miedo de que cualquier paso en falso que diera, su padre la odiara y la abandonara, temía que en uno de sus tantas misiones él jamás regresara por ella. Si este decidía no volver, estaría sola, no sabría que hacer sin Vegeta, pues no tenía a nadie aparte de él, por eso hacía todo lo posible para no molestarlo, para no decepcionarlo, para que él no la abandonara. Había pasado una hora cuando unas naves se hicieron visibles, eran exactamente tres, estas eran redondas como esferas y pequeñas, hechas para llevar a una sola persona a bordo y de ellas salieron Vegeta, Nappa y Raditz.

La pequeña Kasumi ya se encontraba esperando a su padre, por lo que apenas lo vio corrió hacia él, sin embargo no lo abrazó lo besó demostrando cuánto lo extrañaba, eso no pasó y jamás pasaría, a Vegeta no le gustaba, por más que ella deseara más que nada abrazarlo no podía, no quería molestarlo, entonces solo corrió hasta quedar frente a él y con una voz muy animada dijo “Bienvenidos”, sin otras intenciones, Kasumi siempre pensaba que parecía un perro yendo saludar a su amo, cosa que suena y se ve muy cruel, pero para ella era más que suficiente, sabía cómo era su Vegeta y lo entendía, pero también dolía, se sentía horrible cada que hablaba con el mayor y éste sólo era capaz de contestar con un gruñido, le entristecía, pero al menos era feliz, sabía que su papá realizaba un gran esfuerzo cuidándola y, a comparación de como su padre trataba a los demás, se notaba el cariño que le tenía a su hija.

–Hum, noto que has entrenado bastante, muy bien, es lo menos que debes de hacer–. Vegeta hablaba muy serio y arrogante hacia su pequeña, pero poco le importaba a esta.

–Lo sé, padre–. Éste asintió y se dio la media vuelta caminando hacia Frezzer, pero se detuvo y habló sin voltearse.

–Te veo en el cuarto, quiero que me cuentes que tanto has avanzado–. Kasumi sintió que sucorazón latía fuerte y muy animada contestó.

–Sí, señor.

Corriendo fue a su habitación a esperar a su papá, esas eran las muestras de amor de Vegeta, Kasumi estaba tan feliz por la atención que le pondría su progenitor que no podía ni ocultar la sonrisa que tenía en el rostro.

Pasaron alrededor de 30 minutos cuando Vegeta entró a la habitación, para ese momento Kasumi dormitaba sentada en su cama mientras esperaba a su papá.

–Kasumi, tenemos que hablar–. Habló el pelinegro, serio, ocasionando que su hija
reaccionara de golpe exaltada.

–¡Sí señor!

–Hija, esto es importante, necesito que estés completamente despierta. – “Hija”, Vegeta jamás la había llamado así, y con sólo esa palabra, hizo que un sentido de alerta despertara en ella, dejándola completamente consciente de que algo sucedía y no era bueno.

–Lo siento–. Vegeta suspiró y ablandó un poco la expresión de su rostro, pues lo siguiente que le diría no sería fácil, sabía que lastimaría a su pequeña.

–Kasumi, Raditz irá a un lugar llamado Planeta Tierra y tú iras con él, estará buscando a su hermano que fue mandado a este lugar para cumplir con una misión hace bastante tiempo, pero este jamás lo completó.

–No puede ser, ¡esta será mi primera misión!–. la pequeña niña se mostraba emocionada, jamás había salido a una, ya que su papá no la dejaba.

–No, tú irás, y te quedaras ahí, tu madre hace tiempo fue a ese planeta y conoció a muchas personas, pero me hablo de alguien en particular en el que confiaba más que a nadie en el mundo, te quedarás con él, Raditz le explicará la situación para que te quedes con él, estará a cargo de ti–. mientras hablaba veía como su pequeña se rompía en pedazos, la veía llorar con los ojos abiertos sin poder creer lo que su papá le decía.

Kasumi no podía creer que una de sus pesadillas se estaba haciendo real, su papá la estaba abandonado, su ser más preciado, lo único que le queda en la vida la estaba desechando. En su cabeza no dejaba de aparecer la misma pregunta repetidamente, “¿Qué hizo mal?”, por más que lo pensara no recordaba haber hecho algo que haya molestado a Vegeta, se portaba bien, no ocasionaba problemas, entrenaba tanto que al día siguiente no se podía ni levantar, pero al final lo hacía, no pedía, no reclamaba, no hacía berrinches y evitaba a toda costa molestar a su padre.

–No lo entiendo, ¿por qué me estas abandonando con un extraño? ¿qué hice mal? Hago todo lo posible para que no te decepciones de mí, ¿qué más quieres?, Haré lo que me pidas, pero no me abandones, entrenaré más, comeré menos, no hablaré tanto, por favor papá–. aquella niña era un mar de lágrimas.

Vegeta por primera vez en cuatro años, abrazó a su hija, no quería que se atormentara con todos esos pensamientos, aunque ya era demasiado tarde. Kasumi, por otra parte, ni siquiera reaccionó cuando su padre la abrazó, tenia tantas cosas en la cabeza que no se dio cuenta.

–Sólo estarás ahí un tiempo, tengo que arreglar unas cosas aquí, ya no es seguro, nunca lo fue y mucho menos ahora, necesito que estes lejos un tiempo, te iré a buscar dentro de tres años, cuando todo esté solucionado y podremos ser libres. No llores hija, no te abandonaré, jamás lo haría, eres todo lo que me queda–. Kasumi, aún llorando, dejo de lado todos sus pensamientos intrusivos y abrazo a su papá.

–¿Me lo prometes?

–Te lo prometo.



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Lamento estar muy ausente, no me tiren piedras, porfis. 😣

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