One

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Jeon Jungkook.

Hay momentos -horas, minutos, incluso segundos- que te definen, que pueden definir toda tu vida. Casi puedes sentir cómo la tierra se mueve bajo tus pies cuando caminas, todo se desplaza a tu alrededor para adaptarse a tu nueva realidad.

En resumen: la vida a veces puede ser una mierda.

Pero es mucho más complicada que eso.

Apoyo la cabeza en el reposacabezas del asiento y cierro los ojos. El aire acondicionado está al máximo, soplando aire gélido muy felíz por el interior caliente del coche, haciendo retroceder el sofocante calor del verano. No es la temperatura exterior lo que me hace acalorarme. Son mis recuerdos, esas cosas que he intentado olvidar y que no he conseguido del todo, las que me queman.

Jungkook.

¿Sí?

No puedo dormir. ¿Puedo...?

Vamos, osito.

Aprieto las palmas de mis manos contra mis ojos, intentando tragar saliva ante los recuerdos de aquella vez; la última vez que estuve aquí, la última noche que pasé en ésta casa, durmiendo en mi cama, arropado y seguro con la misma manta que llevaba usando desde que era pequeño, en Seodaemun, Seúl. Tengo la garganta seca, más seca que el desierto del Sáhara.

Oh, Dios… Tae. Justo así.

¿Estoy haciendo un buen trabajo?

Perfecto. Eres jodidamente perfecto.

Quieres... ¿Quieres correrte en mi boca?

Ya han pasado tres años desde la última vez que estuve aquí, en esta entrada, estacionado en este mismo lugar. Me fui, sabiendo que algún día volvería, cuando fuera el momento adecuado.

¿Ese momento es ahora? Aún no estoy seguro. Pero hace tantos años que tomé mi decisión. Aunque fuera errónea, equivocada, aunque nadie pudiera entenderlo. Puede que al final ni siquiera haya sido yo quien decidió, no sólo yo.

Algunas cosas simplemente están fuera de nuestro control. No podemos elegir lo que ocurre, ni el tiempo en que ocurrirá. La única elección real, al fin y al cabo, es cómo reaccionamos ante la vida y todo lo que nos rodea.

La vida pasó.

Elegí marcharme, porque era lo correcto.

Perdóname, Tae.

Por favor, no te vayas. Por favor, Kookie.

No puedo quedarme, osito.

Me portaré bien. Te lo prometo. Podemos hacer como si eso no hubiera pasado nunca. Pero no me dejes.

Te amo. Te amo. Te amo.

Decidí regresar para reclamar lo que es mío, lo que siempre ha sido mío.

Abro la puerta de un empujón y miro mi teléfono. Deslizo el dedo por la pantalla desbloqueándolo. Seguidamente busco la aplicación de mensajería y entro en ella, leo y releo los últimos mensajes que recibí hace casi un año.

Di algo.
Por favor, lo que sea.
¿Jungkook? Me estoy muriendo.
Por favor. Te extraño demasiado.
Lo lamento. Lo siento mucho.
Regresa a casa. Por favor
Te amo, Jungkook.

Jeon Taehyung: mi hermanito.

Tenía seis años cuando él nació, estaba tan emocionado por tener un hermano y ser el hermano mayor. Lo sabía: era lo mejor que podía pasarme o que me pasaría. Y no me equivoqué. Lo fue todo para mí desde el momento en que lo vi acunado en los brazos de nuestra madre, envuelto en una suave manta blanca del hospital.

say you love me ✧ kvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora