FORKS, WASHINGTON
Se encontraba mirando a su presa, se paseaba delante de ella, lentamente y en silencio, la llama en su garganta ardió aún más y sus instintos le gritaban que fuera a saciarlos, ahora eran primitivos; podía verlo todo, como se movía, como respiraba y como cada vena de su cuerpo trasportaba aquel líquido vital para su cuerpo, el viento frio sopló moviendo las copas de los árboles, algunas hojas cayeron al suelo y lo mejor, el aroma de su presa inundo el lugar, recibió con gusto el frio viento en su rostro, mezclado con distintos aromas, pudo sentirlos todos, el olor de las hojas, de la humedad de la tierra, incluso de algunos animales, pero solo uno le interesaba lograba sentirlo en cada fibra de su ser, la sangre de su presa.
Sintió el conocido cosquilleo en su rostro, su visión se concentro solo en una cosa, lo demás desapareció, veía rojo y un gruñido salió del fondo de su garganta, no espero nada más.
Su ser era controlado por sus instintos, por su sed de sangre, de pronto atravesó el espacio que quedaba para llegar a su presa en un parpadeo, el latigazo en el cuerpo que sintió al cortar el aire como una bala era ya demasiado familiar, ahora se sentía bien. Se detuvo a un solo centímetro de su presa respirando hondo embriagándose de ese exquisito aroma, entonces su presa se percato de su presencia girando abruptamente a encarar a su cazador.
- ¡Oh, señorita, me asustó! – exclamó el excursionista al mirar a la bella joven de pie frente a él.
Se quedo embobado mirándola, ella era la mujer más bella que haya visto jamás, su piel era blanca y perfecta, no había ni una sola imperfección en ella, ni granitos, arrugas, ni siquiera lograba vislumbrar un solo vello corporal, sus largas y perfectas pestañas hacían perfecto acorde con sus ojos, de un increíble color rojo que lo dejo paralizado. Ella le sonreía, a pesar de su perfecta y hermosa sonrisa, se sintió muy intranquilo y asustado.
Ella no le respondió nada.
- ¿Señorita?
Eso fue lo último que logró decir, la bella chica se lanzó sobre él, ansiosa y hambrienta, sus colmillos se alargaron, su garganta soltó un gruñido, sin cuidado y como tal un animal lo mordió entre el cuello y hombro con saña, sus dientes atravesaron su carne con una facilidad sorprendente y ese vital liquido inundó su boca, se dedicó a beber cada gramo, cada gota, hasta saciarse. Tardó unos segundos en beber cada gota de sangre del cuerpo de aquel hombre, antes de soltarlo suspirando de placer, soltó el cuerpo del hombre que cayó muerto en el terroso suelo, a ella no le importó, limpió con su mano la sangre que escurría de su barbilla, lamio con placer sus dedos, no estaba dispuesta a desperdiciar nada, aquel liquido era el paraíso. Miró el cuerpo del hombre en el suelo.
-Que molestia.
Se echó a correr dejando el cadáver atrás, sabia que eso no pondría nada contento al líder de la familia con quien se quedaba, ya que sabía que un cadáver en medio del bosque iba a ser un problema, ese hombre debía tener familia que se preocuparía al saber que no volvió, aunque también sabia que ese hombre iba de excursión, lo que le tomaría al máximo unos cinco días, le daba al menos una semana antes de que supieran que había desaparecido y otra en que la policía supiera donde había muerto y en encontrar el cadáver, si es que los animales del bosque no se encargaban antes de comerse sus sobras.
Se detuvo momentos después en la orilla de un acantilado, podía ver el mar debajo, las olas golpeando con furia las rocas, sintió unas inmensas ganas de saltar, sin embargo, ya se encontraba en territorio prohibido, podía oler a sus enemigos naturales, a varios kilómetros de distancia, kilómetros que se hacían cada vez más cortos, era un olor repugnante el que desprendían, el apodo de "perros" no era en vano. Cuando los sintió mas cerca, entonces se echó a correr de nuevo, esta vez yendo a esa casa que hace años llamaba hogar.
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PASADO ©
FanfictionÉl me amaba. Y quiza ese era el problema principal. No me arrepiento de nada, aunque creo que él si. Tal vez pensar en verme para siempre le disgusta demasiado. ¿Que nos pasó, amor mío? Creí que era mutuo, juraría que en tus ojos había amor... tal v...