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Dos meses habían pasado desde la trágica muerte de Jungkook. La atmósfera en la casa de los Jeon seguía cargada de dolor y culpa. Yongi se había alejado de todos, aislándose para enfrentar sus demonios en soledad. Durante ese tiempo, no había tenido contacto con Jimin, quien también estaba lidiando con su propio dolor y desilusión.

Una tarde, mientras caminaba por el parque en un intento de encontrar algo de paz, Yongi se encontró cara a cara con Jimin. El encuentro fue inesperado y ambos se detuvieron, mirándose fijamente.

"Jimin...", susurró Yongi, su voz llena de emoción y arrepentimiento.

Jimin, sorprendido, miró a Yongi. Los dos meses de separación habían sido difíciles, pero también le habían dado tiempo para reflexionar. "Yongi, no esperaba verte aquí", dijo con un tono de voz suave.

El silencio entre ellos era pesado, cargado de palabras no dichas y sentimientos reprimidos. Finalmente, Yongi rompió el silencio. "He estado pensando mucho en todo lo que pasó. Sé que no puedo cambiar el pasado, pero quiero ser mejor. Por ti, por Jungkook, y por mí mismo".

Jimin asintió, sus ojos llenándose de lágrimas. "También he pensado mucho. Lo que pasó fue una tragedia, y todos cometimos errores. Pero no podemos dejar que esos errores nos definan para siempre".

Yongi se acercó lentamente, tomando la mano de Jimin con ternura. "No he dejado de pensar en ti, en nosotros. Quiero cambiar, Jimin. Quiero ser alguien digno de tu amor y confianza".

Jimin miró a Yongi, viendo la sinceridad en sus ojos. "Sé que todos merecemos una segunda oportunidad. Y quiero darte esa oportunidad, Yongi. Pero tienes que prometerme que lucharás por cambiar".

Con un suspiro de alivio y gratitud, Yongi asintió. "Lo prometo. Haré lo que sea necesario para ser mejor".

Se acercaron, compartiendo un beso lleno de esperanza y redención. "No estás solo, Yongi", murmuró Jimin contra sus labios. "Estoy aquí contigo".

A partir de ese momento, comenzaron a reconstruir su relación, apoyándose mutuamente y enfrentando juntos los desafíos. Fue un proceso lento, lleno de altos y bajos, pero cada día fortalecía su vínculo.

Una tarde, mientras caminaban de nuevo por el parque, Yongi se detuvo y miró a Jimin con una mezcla de gratitud y amor. "Gracias por no rendirte conmigo", dijo, apretando su mano.

Jimin sonrió, sus ojos brillando con afecto. "Todos merecen una segunda oportunidad, Yongi. Incluso tú".

Se acercaron, compartiendo un beso bajo el cielo azul, prometiéndose que, a pesar de los errores del pasado, construirían un futuro juntos lleno de amor y comprensión.

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