"Los mejores amigos no se besan en la boca."
Sanemi e Iguro son mejores amigos, lo han sido desde que ambos se convirtieron en pilares (y por el odio mutuo hacia el pilar del agua).
Iguro quiere aprender a besar para ponerlo a prueba con Mitsuri, po...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Iguro está perdidamente enamorado de Mitsuri desde el primer momento en que la vio; es su primer amor y quien le enseñó a dejar de tener miedo acerca de su pasado. En pocas palabras...
Iguro ama a Mitsuri.
¿Verdad? Por supuesto.
Bueno, así es. Iguro ama a Mitsuri, pero se besa frecuentemente con su mejor amigo, Sanemi Shinazugawa.
A él también lo ama, como amigo.
¿Cierto?
Oh, pobre Obanai, que se encuentra en un lío amoroso en el cual él mismo se metió, y ni siquiera lo sabe.
Desde la vez que le pidió ayuda al pilar de viento para aprender a besar, aquellas "prácticas" comenzaron a frecuentarse bastante, principalmente en misiones o cuando los dos se encontraban solos, pero se besaban en los labios.
Es extraño, pues los dos son mejores amigos, y todos saben que...
Los mejores amigos no se besan en la boca.
¿No es así?
Sea cierto o no, se ha vuelto su ritual secreto. Simplemente se besan, nunca han hablado del tema con seriedad. A ninguno parece molestarlo realmente, podría decírse que ahora son aquello que llaman "amigos con derechos", quien sabe.
Pese a las incontables veces íntimas, Iguro todavía sale con Mitsuri a citas con la misma frecuencia con la que son sus encuentros. Esta claramente disgustado por eso, pero Obanai es demasiado ciego para darse cuenta de ello. Al final de cuentas, los besos y las caricias no significan nada.
Iguro, quien ahora se encuentra con Mitsuri en el restaurante donde empezó todo, está sentado con la espalda ligeramente encorvada, con sus dedos tamborileando distraídamente sobre la mesa. Su expresión es de profunda reflexión, con las cejas ligeramente fruncidas y los labios apretados en una fina línea. La luz suave del atardecer entra por la ventana y se refleja en sus ojos bicolor, dándoles un brillo melancólico.
Mitsuri, por su parte, se encuentra contándole con voz clara sobre un pequeño (gran) estanque que encontró cerca del bosque que queda cerca de su finca, tratando de captar su atención, moviendo las manos mientras habla con entusiasmo. Sin embargo, sus palabras parecen rebotar en un muro invisible. Iguro asiente de vez en cuando, pero está claro que su mente está ocupada pensando en otra cosa, quizás en algún recuerdo lejano o en una preocupación que no le deja en paz, o tal vez en cierto albino que últimamente le hace cuestionarse sobre muchas cosas. La escena es un contraste entre la energía y la vitalidad de Mitsuri, y la calma introspectiva de Obanai, creando una imagen de desconexión y aislamiento en medio de la interacción. Claramente esto no pasó desapercibido para la pelirosa, quien instantáneamente dejo de hablar y simplemente agachó la mirada. Cuando finalmente su comida llegó, el choque que generaron los platos al caer sobre la mesa lo hizo reaccionar, y rápidamente trato de fingir haber estado pendiente en todo ese rato.