Prologo

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-Naciste para correr, hija mía... - Su respiración era cada vez más escasa. - Debes correr, está en tus venas.. está en nuestra sangre, mia figlia.

-Lo haré, papá. - El llanto ya me impedía poder verlo con claridad. Los ojos se me llenaban de lágrimas, no podía estar pasando esto. No ahora. No mi padre.

-Deben irse. Tu madre, tu hermano, vos. - Giró su cabeza para toser, pero su saliva estaba completamente llena de sangre. - Vayanse a Italia. Tengo contactos..

-No, papá. No son seguros tus contactos, debemos desaparecer.. - Él asintió mientras sus ojos se esforzaban por verme, por no cerrarse... por no irse, sabiendo que no iba a poder volver. - No quiero dejarte..

Mi voz salió entrecortada, mi pecho estaba con un dolor inmenso. El cuerpo de mi padre estaba en mis brazos, su cabeza estaba apoyada en mi. Su pecho ya no subía y bajaba con rapidez, cada vez era más lento, más silencioso, más oscuro.

-Aún me debes la promesa que me hiciste, pa.

-Non podrò, figlia.

-Si, vas a poder. - Las lágrimas corrían alrededor de mis mejillas heladas, no sentía las rodillas, ni las manos del frío de la noche. Cada segundo que pasaba era una tortura, ¿Qué mas debía hacer para que aun tuviera a mi héroe, a mi compañero fiel, con el cual comparto mi gran pasión por los autos, por la accion?

Me dio su última sonrisa. Una sonrisa de orgullo, de despedida y de compañía.

Largo su último suspiro, sus ojos se cerraron y no volvieron a abrirse para ver la luz de los focos de la calle. Ni para ver mis lágrimas caer sobre su rostro, estaba inmóvil, estaba muerto.

Él lo mató.

Ellos hicieron esto.

Debían pagar por esto.

Velocidad Mortal : Amor, intriga y velocidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora