TEMPORADA UNO
000. LAS OPULENTAS CÁMARAS DEL JOVEN THOMAS BRIDGERTON dormían suavemente a la luz de la mañana. Los cálidos rayos del sol se deslizaban a través de las cortinas de terciopelo, proyectando un suave brillo sobre los oscuros rizos del niño. Su cabello negro azabache, despeinado y despeinado, enmarcaba su rostro inocente, como si la propia naturaleza hubiera tejido una corona de seda de medianoche.
Mientras la luz de la mañana danzaba por la habitación, iluminaba las curvas de la forma juvenil de Thomas Bridgerton. Sus esbeltos brazos y piernas, cubiertos por un suave camisón blanco, parecían envueltos en un suave abrazo por el rico brocado de la cama. Su pecho subía y bajaba con cada suave respiración, como si la misma tela de la cama estuviera dando vida a su sueño.
La habitación, testimonio de los gustos refinados de la familia del niño, era una sinfonía de elegancia y refinamiento. Las paredes, adornadas con finos tapices, susurraban historias de épocas pasadas, mientras que los muebles intrincadamente tallados parecían guardar secretos dentro de sus detalles ornamentados. El aire estaba cargado del aroma a sándalo y lavanda, transportado por los susurros de la brisa de la mañana.
A medida que el sol continuaba ascendiendo, arrojó un brillo dorado sobre el rostro del niño, resaltando las suaves curvas de sus pómulos y la suavidad de sus labios. Sus pestañas, oscuras como una noche de verano, revoloteaban perezosamente, como si estuviera persiguiendo sueños que bailaban más allá de su alcance.
Sus mechones oscuros estaban despeinados y sus párpados se abrieron mientras parpadeaba para eliminar los restos del sueño. Sabía que si iba, sería una humillación para él.
Su tartamudez, que lo había atormentado desde la infancia, lo convirtió en el hazmerreír de la sociedad. No podía soportar la idea de pasar vergüenza delante de tanta gente, y por eso se había resignado una vez más a quedarse en casa. Mientras se recostaba, sus ojos se sentían calientes por las lágrimas y no pudo evitar preguntarse cómo sería estar libre de su aflicción.
"Querido muchacho, ¡despierta!" —gritó una voz desde la puerta.
El sonido de la voz de su madre atravesó el aire. Él gimió, rodando sobre su estómago. Enterró la cara en la almohada, tratando de bloquear las incesantes quejas.
Thomas levantó la cabeza de la almohada y entrecerró los ojos ante la intrusión. "Déjame en paz, madre", abrió los ojos aturdido para ver a su madre, Lady Violet Bridgerton, ahora parada en la puerta. Estaba vestida con su mejor vestido, su cabello peinado en un elegante peinado y su rostro con una expresión decidida.
"M-madre", murmuró Thomas, con la voz ronca por el sueño.
"Levántate" ordenó Lady Violet. "Es hora de prepararse para el debut de tu hermana en la sociedad. Debes presentarte como un miembro respetable de la alta sociedad".
Thomas se encogió de hombros y cerró los ojos. "Voy a avergonzarte, madre. Simplemente no voy a avergonzarte".
La expresión de Lady Violet se volvió severa. "¡Tonterías, Thomas, prepárate y reúnete con tus hermanos en el vestíbulo de entrada!"
Su madre, Lady Violet, había estado en la habitación con él hace un momento, pero estaba seguro de que se había ido para atender algún asunto u otro.
Cuando se volvió para mirar alrededor de la habitación, sus ojos se posaron en una figura parada junto a la chimenea. Lo miró dos veces, pensando que tal vez su madre había regresado sin que él se diera cuenta. Pero cuando miró más de cerca, se dio cuenta de que no era Lady Violet en absoluto.
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HONEYBEE---- PENELOPE FEATHERINTON
RomanceThomas Bridgerton, un hombre a la deriva en el vasto océano de la sociedad, se sintió inexplicablemente atraído por Penélope Featherington, una alhelí tan tímida que parecía fundirse con el papel tapiz. Cada mirada que él le lanzaba se encontraba co...