TEMPORADA TRES
TW; menciones de cicatrices, implicaciones de autolesión, tortura.
HACE UN AÑO...
000. EN LOS OSCUROS RECINTOS DE UNA cámara anticuada, el cuerpo de Thomas estaba atrapado en una cruel red de correas de cuero, con las muñecas atadas fuertemente a los implacables brazos de madera de una silla. Ante él se encontraba una figura siniestra, un médico cuyos ojos brillaban con una inquietante mezcla de sadismo y desapego científico.
"Esté atento, Sr. Bridgerton", entonó el médico, su voz un eco hueco en el silencio opresivo. "Ahora me embarcaré en un procedimiento que rectificará su lamentable aflicción".
Con mano firme, el médico sacó una hoja reluciente, cuyo filo brillaba amenazadoramente a la luz parpadeante de las velas. "Empiece a hablar, señor Bridgerton", ordenó el médico. "Y si te atreves a vacilar, vacilar o pronunciar una sola sílaba que se desvíe del camino de la articulación perfecta, esta hoja encontrará apoyo en tu delicado cuello, dejando una marca que te servirá como un recordatorio constante de tu insuficiencia".
El aliento de Thomas quedó atrapado en su garganta, su corazón latía con fuerza como un baterista frenético. El miedo carcomía sus entrañas, pero la desesperación le daba una apariencia de desafío. "N..n-no, p..p-arrendamiento", imploró Thomas, su voz era un susurro desesperado. "No puedo hacerlo. No puedo hacerlo".
La sonrisa del doctor se hizo más amplia. "Entonces deja que la sangre fluya", respondió, la hoja tocando suavemente la piel de Thomas al principio, luego arrastrándola con agonizante precisión. El dolor fue insoportable, pero aún más insoportable fue la humillación y degradación que se vio obligado a soportar.
El aire estaba cargado con el sabor metálico de la sangre, y la visión de Thomas Bridgerton se nubló. Cada respiración entrecortada enviaba una sacudida de dolor a través de su cuello, donde los implacables cuidados del médico habían dejado un tapiz de cortes carmesí. Sentía como si la vida se le estuviera escapando, dejándolo débil y pálido.
Su piel, normalmente del rico tono de una puesta de sol de verano, ahora parecía descolorida, del color de la ceniza. La silla a la que estaba atado, una cruel burla de comodidad, de repente pareció inclinarse y el mundo a su alrededor dio vueltas. Su agarre en los apoyabrazos se aflojó y con una sacudida repugnante, cayó.
El impacto de su cuerpo al golpear el frío suelo de piedra le provocó una oleada de náuseas, cada bocanada de aire era un tormento. Sus ojos se cerraron con fuerza, el mundo se desvaneció en un borroso lío de dolor y confusión.
Thomas yacía tendido en el frío e implacable suelo de piedra, con el cuerpo todavía atado con fuerza con las ataduras de cuero. La intensa luz de la parpadeante vela proyectaba sombras largas y grotescas sobre su rostro pálido y empapado de sudor. Su respiración era superficial, irregular, cada una de ellas un testimonio de la agonía que corría por sus venas.
No se atrevía a mover ni siquiera un músculo. Todo su cuerpo palpitaba en una sinfonía de dolor, cada contracción, cada temblor, una nueva ola de sufrimiento. Pero Thomas yacía allí, inflexible, con los ojos fijos en el rostro del médico, con una mezcla de miedo y resignación grabada en sus rasgos. Con cada agonizante raspado de la hoja raspadora del médico.
Thomas creía que este dolor era el sufrimiento que merecía. En su mente, se aferró a las palabras del médico, a sus promesas de que este implacable procedimiento, esta agonizante disección de su propio ser, en última instancia lo llevaría a un estado de gracia, un camino hacia la curación.
Thomas creía que este dolor era el sufrimiento que merecía. En su mente, se aferró a las palabras del médico, a sus promesas de que este implacable procedimiento, esta agonizante disección de su propio ser, en última instancia lo conduciría a un estado de gracia, un camino hacia la curación. "Sólo un poco más", decía el médico con voz áspera, su voz era una sinfonía chirriante con el sonido rítmico del metal contra su piel, "y el dolor desaparecerá. Estarás mejor, te lo prometo".
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HONEYBEE---- PENELOPE FEATHERINTON
RomanceThomas Bridgerton, un hombre a la deriva en el vasto océano de la sociedad, se sintió inexplicablemente atraído por Penélope Featherington, una alhelí tan tímida que parecía fundirse con el papel tapiz. Cada mirada que él le lanzaba se encontraba co...