TEMPORADA TRES
TW; menciones de cicatrices
DOS AÑOS DESPUÉS...
000. EL SOL COMENZÓ A PONERSE SOBRE las bulliciosas calles de Londres, la grandeza de la arquitectura de la ciudad cobró vida. Las lámparas de gas parpadeaban, proyectando un cálido resplandor dorado sobre las calles adoquinadas, donde traqueteaban los carruajes tirados por caballos y los vendedores ambulantes anunciaban sus productos. El aire estaba cargado del olor a humo de carbón, estiércol de caballo y pan recién horneado que llegaba de las panaderías cercanas.
En medio de este vibrante escenario, Thomas regresó a la ciudad después de dos largos años de ausencia. Sus ojos, antes brillantes y llenos de vida, ahora tenían un atisbo de cansancio y un toque de melancolía. Su cabello oscuro era más largo, su mandíbula más definida y sus ojos parecían contener una profunda experiencia que sólo el tiempo y las dificultades podían impartir.
La puerta del carruaje se abrió y un grito ahogado se elevó entre la multitud de damas reunidas afuera. Thomas salió, su cabello oscuro reflejando el sol de la tarde y su rostro, generalmente estoico, ahora iluminado con un toque de diversión ante la vista que tenía ante él. Estaba rodeado por un caleidoscopio de sedas y rasos, cuyos tonos vibrantes chocaban con el gris apagado de su abrigo hecho a medida.
Se levantó una cacofonía de voces, cada una compitiendo por su atención. "¡Señor Bridgerton, es un placer verlo!" -exclamó la primera dama con una voz llena de encanto meloso.
"Dios mío, te ves absolutamente elegante hoy", intervino la otra dama, con los ojos brillando con un coqueteo descarado.
"Señor Bridgerton, ¿ha visto a mi nuevo admirador?" -arrulló la siguiente dama, su voz era un suave murmullo que, sin embargo, logró atravesar el estrépito.
El aire estaba cargado de perfume y el olor de la anticipación flotaba pesado. Cada dama, con una sonrisa practicada y una personalidad cuidadosamente elaborada, era un depredador que acechaba a su presa.
Thomas, sin embargo, permaneció imperturbable, su mirada recorriendo a la multitud con frialdad. Había visto este baile antes, este desesperado movimiento para llamar su atención, y sabía cómo moverse con facilidad.
Una sonrisa educada, un saludo murmurado, una respuesta cuidadosamente elaborada, y atravesó el muro de adoración femenina, dejando tras de sí un rastro de suspiros decepcionados y pestañas aleteantes.
Su mirada recorrió el paisaje familiar de la casa de su infancia. La imponente fachada de la finca de la familia Bridgerton se alzaba ante él, sus muros de piedra soportaban el peso de siglos. El sonido de las risas de los niños y el tintineo de la porcelana fina salía del interior, un reconfortante recordatorio de que algunas cosas permanecían sin cambios.
El sonido de pasos resonó desde dentro, cuando su hermano Benedict subió las escaleras con un brillo travieso en sus ojos. "¡Thomas! ¡Bienvenido de nuevo a la tierra de los vivos!" exclamó, dándole una palmada en la espalda a su hermano.
Thomas sonrió con cansancio, sintiendo una sensación de alivio invadirlo. Su familia todavía estaba aquí para él, todavía dándole la bienvenida entre ellos. Thomas enderezó los hombros y se pasó una mano por el cabello húmedo, los ojos de Benedict brillaron con diversión. "Ah, Tom, parece que te has estado entregando a una terapia de agua salada", bromeó, su voz mezclada con buen humor.
Thomas se rió entre dientes y sus ojos se arrugaron en las comisuras. "Sólo un pequeño viaje por mar, Benedict", respondió, con la voz aún áspera por el viento.
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HONEYBEE---- PENELOPE FEATHERINTON
RomanceThomas Bridgerton, un hombre a la deriva en el vasto océano de la sociedad, se sintió inexplicablemente atraído por Penélope Featherington, una alhelí tan tímida que parecía fundirse con el papel tapiz. Cada mirada que él le lanzaba se encontraba co...