NO PUEDO CERRAR MIS OJOS, CUANDO SE HA ABIERTO MI CORAZÓN

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CAPÍTULO 17

NO PUEDO CERRAR MIS OJOS, CUANDO SE HA ABIERTO MI CORAZÓN

Canción: So Beautiful – DPR IAN

Conrad

—Henry, ¿Cómo voy a saber que alcohol le gusta más a TUS amigos? Hubiera preferido ser padrino de otra cosa. —Me alejo un momento el celular de la oreja para no escuchar sus quejidos.
—¡Que no Conrad! Ya te dije que no vas a ser pádrino de pastel, a nadie le gusta el chocolate amargo, ¿De dónde sacaste ésa obsesión?
—No es de tu incumbencia. Sí tuvieras un paladar más refinado, el pastel tendría un toque de chocolate amargo.— Lo escucho resoplar del otro lado, yo sonrío de éste.
—Como sea, ya te envié la lista. Rodrigo y Sebastián ya están aquí, no tardes.— Su última oración me sobresalta.
—¿Los gemelos están contigo ahora? — La preocupación se cuela en mi voz.
—Por supuesto, teníamos que coordinar algunas otras cosas. No te demores leyendo cada ingrediente de cada botella, date prisa hermano.
—Yo. —Dudo antes de responder.— Yo creo que mejor paso otro día.
—¿Estás loco? Quedamos en probar las botellas, para seleccionar las mejores. ¿Qué te sucede hoy?— Me aclaro la garganta, y resoplo resignado.
—No estoy solo.— ¿Por qué me siento avergonzado?
—Ah, era eso. No te preocupes, no tiene que ser una tarde solo de chicos. Los esperamos, no tardes, o iremos todos a tú departamento.— Cuelga la llamada antes de que pueda responder alguna otra cosa. Maldición.

Bien, no hay nada que temer, hice las compras en tiempo récord , cuento con todo lo de la lista que Henry me envió, tú puedes hacerlo Conrad, solo tienes que tocar, luego verás a tus hermanos, seguro se burlaran de ti, pero sobrevivirás, sí he aprendido algo a lo largo de mi vida es a soportar las críticas.
Toco el timbre y enseguida aparece Henry, me petrifico al ver pasar su rostro de una contagiosa alegría a una sorpresa creciente.
—¿Y esto? ¿Quién es esta linda muñequita?
—No la toques, tiene su carácter. Hace un momento estaba masticando mis zapatos. — Henry ríe y toma a la pequeña cachorra Golden entre sus brazos.
—¿Esta es la compañía que mencionaste hace un rato?— Asiento mientras observo atento cómo le frota la cabeza y la barriga, parece gustarle.
—¿Y? ¿De dónde la sacaste, quién fue el loco que te pidió cuidar a una criatura tan pequeña y tierna? —Lo miro frunciendo las cejas, que molesto.
—Es mía. —Al parecer no me cree, porque sigue con su cara de burla, increíble.
—¿Te la robaste?
—¡Hash, que la adopté!
—Tú, Conrad  James Atwood ¿Adoptaste un cachorro? — Si abre un poco más la boca, se fractura la mandíbula.
—¿Cuál es el problema? —Me cruzo de brazos, pasando por un lado a Henry, para colocar la bolsa de las compras en su mesa, dejando que la cachorra juguetee un poco.
—No te creo, ¿Cómo se llama? — Me levanta la ceja desafiante.
—Sorpresa.
—Ay por favor Conrad, ese ni siquiera es un nombre. ¿Por qué la llamas así?
—Lo es, es su nombre. ¿Por qué ése?— Me detengo un momento a pensar antes de responderle.— Pues porque ni yo esperaba tenerla, ahora sí eso es todo, me despido.
—Ey, tú y Sorpresa se van a quedar un rato, ¿Detalles de boda, recuerdas?—Escuchar las voces de los gemelos a lo lejos me provoca escalofríos, no quiero lidiar con ellos ahora.
—Sorpresa ven aquí, tenemos que irnos, vamos date prisa. —Extiendo mis brazos pero ignora lo que le digo, solo mueve su cola de un lado a otro, corriendo hacia la sala en un segundo. —Oye pequeña demonio, ¡vuelve aquí!
—AY- POR- DIOS. —La voz de Rodrigo hiela mi sangre.
Carajo, carajo, carajo.
—¿De qué zoológico te escapaste?
—Ey no seas grosero, tú eres mucho más primitivo. ¿No te lo ha dicho tú novia? — Sebastián interrumpe, y yo me encuentro entrando a la sala de prisa.—Ven pequeñita, a mí sí me pareces tierna.
—¡Henry, se metió una bestia a tú casa! ¡Un animal salvaje! —No me gusta como le habla Rodrigo a Sorpresa.
—Aquí tú eres el único salvaje, ¿Qué te pasa, por qué gritas? — Busco a la cachorra entre los muebles, preocupándome al no verla, pero enseguida escucho un pequeño intento de ladrido, está jugando con Sebastián.
—¿Son peligrosos sabías? Incluso portadores de enfermedades, aléjala de mí.—Rodrigo salta del otro lado del sillón en el que seguro se encontraban sentados hace un momento.
—Es cierto, no te acerques a ése Animal. —Me detengo a señalar a Rodrigo. —¿Oíste Sorpresa? Tú tienes más vacunas que él.
—¿Pero qué?¿Ése es el nombre de ésta linda criatura? —Sebastián explota en risas, y yo solo me acerco para tomar a la cachorra entre mis brazos.
—Sí, ahora dámela.
—Espera, necesita un descanso de ti. ¿Qué loco te pidió que la cuidarás? —Ay por Dios.
—Y dale con eso.— Resoplo pasándome una mano por el cabello, comenzando a irritarme. —Ningún loco, es mía. Hazte a un lad— Me detuve al sentir cómo el agua que estaba tomando Rodrigo para calmarse cae sobre mí, ¿Cómo se le ocurre escupir?
—No es posible. —Rodrigo avanza un poco quedando frente a mí.
—¡¿Vas en preescolar o qué?! ¿No has aprendido a comer bien? ¡Deja de escupir! —Paso mis manos rápido por mi camisa y mi saco, antes de que el agua se filtre más.
—¿Éste es Conrad? —Sebastián me señala y Rodrigo asiente.
—Eso parece, al menos luce como él.
—Imbécil.—Comienzo a frustrarme , necesito del adulto responsable.—¡Henry ¡
—Suena como él.— Sebastián insiste en continuar.— ¿Recuerdas nuestra primera salida de chicos?¿Cuál fue el lugar al que nos llevaste?
—¿Es enserio?— No puedo creer que éste par, sea mi sangre.
—Sí no nos respondes, creeremos que no eres tú, te ataremos, y no descansaremos hasta encontrar al verdadero Conrad.
—¿Qué hacen? ¿Quién mojó mi piso? — Henry por fin entra.
—¿No los vas a detener?— Levanto mi mano con énfasis, señalando a los gemelos.
—Puedes responder, la verdad yo también tengo mis dudas.— Una descarada sonrisa se dibuja en su rostro.
—¡Al zoológico! ¡Los llevé al zoológico, porque quería que vieran que parecen chimpancés! —Mi voz sale en un grito desesperado. Los tres toman asiento en ése momento. —Pero ellos, son en definitiva más inteligentes que ustedes tres juntos.
—Conrad, ¿Qué te pasó? —Rodrigo habla, ahora sí lo mato.
—Se enamoró. —Henry se burla, pero no permitiré que quién se burla de mí, juegue con Sorpresa. Me acerco a Sebastián tomándola entre mis brazos.
—Me voy.— Envuelvo a la cachorra entre mis brazos y tomo mis cosas para salir.
—No espera. Chicos ya fue suficiente, pónganse un poco serios. — La sonrisa que Henry trata de ocultar no ayuda en nada al humor de los gemelos. Por lo que para disimular se levanta rápidamente, tomando una botella y sirviendo cuatro vasos.—Toma bébelo. —Extiendo mi brazo para tomarlo, lo hago de un trago. Al principio sabe amargo, pero debo admitir que está botella fue una gran elección.—Tomen, recuerden que tienen que darme su opinión en cada trago, serán algunas de las bebidas para mis amigos en mi boda. Henry sonríe al decirlo, y les extiende tragos a los gemelos.
—Bien, sírveme otro trago. — Tomo asiento en un sofá frente a los gemelos, dejando a Sorpresa jugar en el piso, sacándole una pequeña pelota que he traído en mi saco.
Definitivamente Henry sabe de alcohol, todas las botellas en su lista tenían un sabor único y exquisito, lástima que ya se acabaron dos. Sí en definitiva me alegra haber venido, esto es, es en verdad muy bueno.
—Dice que no me preocupo por ella porque me salte una canción de Taylor Swift mientras íbamos en el coche, ¡Pero es que ya la habíamos escuchado dos veces!— Rodrigo habla del problema que cree tener con su novia.
—Ash, las mujeres son muy complicadas, ¿Recuerdan la chica de la que les hablé en mi trabajo? Primero no quería hacer el proyecto de investigación conmigo, incluso habló con nuestro jefe para cambiar de pareja, ¡Le dijo que no soporta estar cerca de mí! ¡¿Entonces porque siempre me guarda esos deliciosos postres que ella cocina?¡
—Quizá le gustas mucho. —Henry habla, y los cuatro analizamos ésa posibilidad serios, durante algunos segundos, al menos antes de explotar en risas.
—Sí como no.— Otra botella se acaba, esta vez es mi turno de levantarme y servirles.—Creo que sólo uno de nosotros terminará casado, tuviste suerte Henry.— Sebastián habla provocando que escuchemos atentos.
—Lo sé, y aún no lo creo. Cuando despierto por las mañanas la sostengo entre mis brazos para asegurarme de que está ahí, conmigo.—Nos hace sonreír por su comentario.
—Yo pienso que sí algún día quiero pedirle matrimonio a Leya, tendrá que ser con alguna canción de Taylor Swift, para que acepte.—Asiento mientras le relleno el vaso, pero Sebastián se burla cruelmente de su gemelo.
—¿Y a ti Conrad? ¿Nos dirías que es lo que más te gusta de Savannah?—Parece que ahora es el turno de Henry de interrogarme.
—¿Por qué piensan que me gusta? No es así. —Parece que les conté un chiste, además todos me están levantando la ceja desafiantes.
—Ay por favor Conrad, ya hasta tienen una hija juntos.— Sonrío por lo que Rodrigo dijo, pero mis hermanos comienzan a burlarse.
—Así es, ¿Sorpresa dónde estás?— Sebastián comienza a gritar, pero me acerco a él rápidamente tapándole la boca.
—Shh, cállate, la vas a despertar.— Estiré mi mano en dirección a la pequeña mesa de centro, donde extendí mi saco para que la cachorra pudiera descansar bien, seguro extraña su cama, ya debería irme.
—¿Lo ves? Ahora dinos.  — Resoplo, tomando el resto de la bebida que tengo en mi vaso.
—Mi vida estaba en modo automático, desde hace años, hasta hace poco. Incluso me sentí vacío cuando creí que te había perdido hermano. — Señalo a Henry, y este me sonríe cálidamente.— Incluso cuando creí que debía cuidar a VI, estaba a su lado, pero yo no estaba ahí en realidad, no estaba en ninguna parte. Vivía en mi cabeza, y la verdad es un lugar peligroso, sí vas en modo automático.—Hago una pausa cerrando mis ojos para recordar.— Cuando nunca has experimentado una emoción real, es muy fácil confundirlas. Pero no es así con Savannah. El día que la conocí, estaba enfermo, triste porque mi corazón no aceleraba ni desaceleraba con nadie, ¿Quién más si no yo, iba a ser el problema? ¿Pero saben qué hizo? — Me río recordando. — Primero me sorprendió, luego me irritó la confusión que me generaba, después me frustró, luego me ponía ansioso, ¿Por qué dejé de recibir chocolates? Y lo peor es que cuándo en realidad quería molestarme, ella hacía que me divirtiera más, reía en verdad, como nunca lo había hecho con nadie, ¿Y ahora?  Ya no entra a mi departamento a escondidas, no me envía chocolates, se ha mantenido alejada de los problemas, me preocupo por ella durante todo el día, ¿Qué estará haciendo? ¿Ya habrá comido algo? ¿Qué la pone feliz cuándo algo llega a entristecerla? ¿Cómo son sus interacciones en sus círculos más cercanos? ¿Su risa más sincera y auténtica, ya la habré escuchado?— Siento como la sonrisa en mi rostro va desapareciendo en la medida en que trato de imaginar mis posibilidades con ella.
—¿Qué pasa? — Henry me toma del hombro, tratando de reconfortarme.
—¿Ella y yo juntos? No creo que sea posible, ni siquiera sé sí yo le gusto. Pero cuando alguien en realidad te importa, no necesitas que esté contigo para ser feliz, ella brilla con luz propia, la luz que me fascina y atrae en cada instante que pasó con ella, mi corazón se llena solo con verla sonreír, no tiene que sentir lo mismo que yo, para que yo pueda siempre asegurarme que esté bien.
—¿Y por qué no se lo preguntas? — Miro a Rodrigo confundido.
—¿Preguntarle qué?
—Si le gustas.— El alcohol hace más sabios a mis hermanos.
—Tienes razón. ¿Dónde está mi celular? — Me levanto rápidamente del sofá buscando el estúpido aparato que desaparece a cada instante.
—¿Qué? ¡Pero no ahora!— Me agacho para buscar debajo del sofá, pero no lo encuentro. Solo siento la mano de Sebastián levantarme.— Sí lo haces ahora pensará que un borracho la acosa.
—¿Qué? ¡¿Quién la acosa?! Me las va a pagar. Entrenaré a Sorpresa para que cuide de su madre.
—Ven Conrad te llevaré a la cama antes de que hagas alguna estupidez.— Henry me levanta un brazo, guiándome por un pasillo, hasta una de las recámaras de invitados.
—Oye espera, necesito traer a Sorpresa, no va a descansar bien en el piso, ¿Dónde está? Iré por ella.
—Tú espera en la cama, te la traeré. Sólo por ésta noche tú y esa pequeña desastre dormirán en mi cama, ¿Entendido?—Asiento quejándome.—
—Ve por ella.— Lo escucho salir de la habitación, por lo que comienzo a levantar las cobijas, recostándome cansado, pero sonriendo porque sé que de nuevo Savannah será mi último pensamiento antes de poder dormir.












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