ᴄᴀᴘɪᴛᴀɴᴀs| ᴄʜᴀᴇɴɴɪᴇ ɢ!ᴘ

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chaennie omegaverserosé alfa g!p, jennie omega

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rosé alfa g!p, jennie omega

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Roseanne era la capitana del equipo de futbol americano, alfa, alta, de pelo rubio y personalidad fuerte. Jennie era una omega, la capitana de las porristas. Ella y sus chicas bailaban para animar a los jugadores, a los mejores alfas.

Casi toda la preparatoria Oddatelier cuchicheaba que esas dos, la omega más popular y la alfa más popular, se traían algo entre manos.

Y equivocados no estaban.

—Buena suerte hoy —susurró Jennie, acariciando la nuca de la menor, pegada contra los casilleros del camarín de deportistas que Rosé se preocupó de que estuvieran vacíos.

—¿Estarás bailando para mí?

—Como siempre, Rosie~ —se mordió el labio y la nombrada gruñó sintiendo como Jennie soltaba feromonas dulces.

Sin hacerse de rogar, acorraló con más fuerza el pequeño cuerpo de la castaña y unió sus labios en un sediento beso, afirmando su cintura.

Su pantalón comenzó a apretarle, oír los jadeos que soltaba Jennie la ponían dura tan fácil como siempre. Aunque la omega la detuvo, alejándola pequeños centímetros por el pecho.

—Debemos ir a clases —gimió, sintiendo la erección de Roseanne contra su pierna—. Si ganas el partido te premio.

Roseanne sonrió ladina, acariciando la piel de su cintura.

—¿Qué me darás? Sabes que jamás pierdo.

—No lo sé —hizo un gesto pensativo, haciéndose la inocente—. Tal vez un beso, tal vez una mamada, todo depende de cuantos puntos anotes —sonrió también.

Roseanne negó con la cabeza mientras reía.

—Haré un touchdown solo para ti, guapa —y le dejó otro corto beso, aprovechando de marcarla con su aroma a tabaco.

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Jennie movía sus pompones con una sonrisa en el rostro, destacando entre todas las omegas y betas que bailaban en la cancha. La joven brillaba, claro que sí, y eso Roseanne lo estaba viendo desde lejos, orgullosa de tener a esa omega solo para ella.

Cuando la coreografía finalizó, Jennie se volteó hasta dar con la menor y le guiñó un ojo, seguido de un pequeño beso en el aire.

Minnie a su lado la molestó, pegándole en el hombro.

—Veo que han avanzado —rió la alfa tailandesa.

—No te entrometas, Min —dijo de broma, colocándose el casco—. Ahora vamos a patearles el trasero a estos imbéciles.

El grupo de alfas caminó hasta el centro de la cancha y Roseanne se posicionó en medio de todos. Miró a su oponente, un muchacho de otra escuela, e intensificó sus feromonas a tabaco, mareándolo un poco.

ʀᴇᴄɪᴇ́ɴ ғᴏʟʟᴀᴅɪᴛᴀ| ᴊᴇɴɴɪᴇ ʜᴀʀᴇᴍ ᴏɴᴇ sʜᴏᴛ's Donde viven las historias. Descúbrelo ahora