You really love me?

381 39 1
                                    


Parte 2 de:
"Please, don't look at me!"

------------------------------------------------------------------

Las semanas pasaron y Bill no conseguía superar del todo aquel evento traumático con Markus.

La noche se había vuelto el mayor enemigo de Bill, noche tras noche, eran un sin fin de pesadillas, Bill no conciliaba el sueño a no ser que Tom esté a su lado, lo cual era algo pesado para ambos, pues casi todas las noches Tom tenía que quedarse despierto para preparar futuras reuniones, supervisar sus negocios, la mercadería, entre otras cosas.

Bill ya no era el mismo que antes, al menos no del todo, estaba más delgado que antes y sus ojeras eran más visibles, al igual que su físico, su personalidad también cambio, ahora era más temeroso al contacto físico, se volvió más serio y más callado que antes.









– Bill, tienes que comer algo... Te lo suplico – no sabía que más hacer, deseo ayudar a Bill con todo mi corazón, pero el no me deja, con las justas deja que lo toque.

– No tengo hambre, déjame solo.

– Bill. Come ahora mismo. No es una pregunta – si no quería comer por las buenas será por las malas, no puedo dejar que se muera de hambre.

– ¡Ya te dije que no! ¿No puedes hacer la vista gorda? ¡No te debe importar si como o no...!

– No, no puedo Bill. ¡Y me importa porque te amo!

– ¿Me amas? No puedes amarme... Después de como me viste, es imposible que me ames. Te debo dar asco. ¡No hay forma de que me ames! – imposible. El no puede amarme, tengo un cuerpo sucio. No Puede . No puede. No puede. ¡No puede! ¡No! ¡No puede amarme así!

– Pero Bill... Yo en serio te amo... – ¿Cómo puede pensar eso? El es la persona que más amo en el mundo.

– ¡Estás loco! ¿¡Tienes idea de lo que dices, Tom!? – estoy sucio, no puede amar a alguien sucio como yo.

Sin decir una palabra, Tom abrazo a Bill, quien trataba de safarze del mismo, pero Tom no lo dejaba.

Cuando por fin Bill logro calmarse, Tom empezó a hablarle.

– Yo te amo, Bill, eres lo más preciado que tengo en mi vida, jamás serán suficientes disculpas para remediar mi falla al no poder protegerte de todo lo que pasaste en ese lugar. Jamás dejare que te arrebaten de mi lado otra vez. – decía mirando a su amado a los ojos y sosteniendo sus manos, para después besar estás con suma delicadeza y cariño.

– Tom... Yo, yo lo siento mucho, por todo lo que te dije... También te amo y demasiado. – al terminar, se abalanzó a los labios de su amado y depósito un cálido beso en ellos, el cual fue correspondido con mucho gusto.

– Te amo, mi principe.

– Te amo, mi capitán.

– ¿Otra vez con ese apodo? – pregunto entre risas.

– Pues si, eres nuestro capitán, pero sobre todo mío.

– Si tú lo dices. – dicho eso, volvieron a su sesión de besos mezclados con una que otra risa.




FIN

C O R T O S - T O L L Donde viven las historias. Descúbrelo ahora