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|  Renacer  |

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La lluvia caía incesante, como un manto de lamentos del cielo, empapando cada fibra de su ser con su frío abrazo. Las gotas golpeaban el suelo con furia, como lágrimas desesperadas que se estrellaban sin piedad contra el suelo, creando un murmullo constante que parecía susurrar secretos antiguos.

El peso del corazón de Giyuu Tomioka era tan abrumador como el diluvio que caía sobre él. Sosteniéndola en sus brazos, sentía el frío de la muerte acechando a su amada, mientras el remordimiento y la impotencia lo consumían desde adentro. Cada latido de su corazón resonaba con la desesperación de quien sabe que está a punto de perderlo todo.

La joven en los brazos de Giyuu, Eriko Kurogane, abría los ojos con pesadez entre gemidos de dolor por la herida en su pecho. Logró divisar al chico con la respiración agitada debido al cansancio, pero al no reconocerlo sus instintos provocaron que sus uñas se convirtieran en garras y comenzara a rasguñarlo para que la soltara, era en vano porque no tenía la suficiente fuerza como para lastimarlo, y por lo tanto, Tomioka no la soltaba.

El barro hacia imposible caminar. Optó por resguardarse en una cueva con ella hasta que la tormenta terminara y pueda aclarar sus ideas. La cueva estaba envuelta en una penumbra impenetrable, el eco de la lluvia resonaba en sus paredes húmedas, mientras las sombras se retorcían siniestramente a su alrededor. El olor a tierra mojada y musgo impregnaba el aire, mientras el sonido de gotas cayendo resonaba en sus oídos como un susurro incesante. La joven rápidamente se suelta del agarre del muchacho golpeándolo en la cara y se esconde detrás de una roca mientras le gruñía para que se alejara. Tomioka no era conocido por ser una persona paciente, su cara antipática demostraba que le la situación no era para nada de su agrado, ni siquiera quería dirigir su visión en las garras y los colmillos de la chica. Sin darse cuenta, ante la asimilación de la nueva forma de su compañera, se enfrentaba al duelo: primero, negación.

─ Deja de estar jugando, Eriko ¡No es el momento! ─  gritó Tomioka impaciente mientras se acercaba a la chica.

Por el lado de Kurogane, se sentía acorralada. Estaba en el suelo, tratando de sanar su herida con la poca energía que le quedaba, mientras que la enorme figura del hombre se acercaba a ella para que ¿dejara de jugar? Lo mira fulminante, el muchacho tomó con fuerza la muñeca derecha de la chica jalándola hacia él.

Segunda etapa: ira.

─ ¡Te dije que me llamaras si la situación empeoraba! ¡Eres un pilar, por Dios! ¡Explica de una vez qué paso...! ─ se trataba de convencer a si mismo de que era una mentira ─ ¡Eres una estúpida! Alguien te influenció a esto, ¿No? ─ Tomioka trataba de que Kurogane hablara, pero ella no lo escuchaba, ya que trataba de soltarse de su agarre. Su ceño fruncido de desvaneció luego de entender que la chica no le estaba prestando atención por más que le gritara en la cara ─ Mierda, solo háblame. No quiero lastimarte, ¿tan siquiera me recuerdas? ─ dijo tratando de tomar la calma al ver que no le respondía, solo gruñía.

𝐄𝐥 𝐋𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐃𝐞 𝐔𝐧 𝐏𝐢𝐥𝐚𝐫 | Giyuu TomiokaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora