!!El fanart de la portada no es mío!!
¿Qué cosas oculta Sabo?
El pasado de Sabo es un misterio para todos, e incluso para él, pero, ¿qué oculta su memoria?
En esta "historia" vamos a repasar pedazos del pasado de Sabo, no van a tener un orden especí...
—¿Seguro?— Volvió a preguntar una vez más a ver si esta vez sí le contaba. Prendió la lámpara en la mesa de noche para leer sus expresiones. —Que sí, que sí. Solo fue un- sueño raro.— Insistió acostándose mientras le miraba. —¿Sueño? Parecía más una pesadilla.— Lo siguió y lo jaló hacia él, abrazándolo.
No continuó la conversación después de eso. Se dio la vuelta apagando otra vez la lámpara y se acomodó para abrazarlo. Odiaba ese tipo de sueños.
Gruñó, dando aviso a que estaba despertando, asustandose al ver dos ojos muy.. característicos, frente a él. Uno negro y uno azul con una cicatriz de quemadura. Sabo lo miraba con curiosidad, bastante cerca de la cara del otro. -"¿Está vivo?"- dijo en su cabeza mirando al contrario.
Sonrió al ver que sí, efectivamente estaba vivo. —Good morning star shine!— Habló alegre. Miró como el otro intentaba zafarce de las cadenas, restántole importancia. —Sé que tú y yo no nos llevamos bien. Ya sabes, me torturaste a mí y a Koala los últimos seis días y casi me ahogas...— le miró en silencio parpadeando varias veces. Frunció el ceño y añadió —Pero en serio necesito saber, ¿dónde están las llaves de esta cosa?— levantó ambas manos juntas mostrándole las esposas.
—Vete al diablo.— Repitió el otro, haciendo la misma acción. Se limpió como pudo con su hombro y bufó. —¿Sabes..— tomó una pausa volteando a ver a otra parte. —lo que se siente que te aplasten la cabeza?— Lo volvió a mirar con una sonrisita.
El otro se quedó el silencio mientras analizaba la pregunta. —¿A qué te refieres?— Sab no le dio respuesta, no directamente —Arriba de mi cabeza, hay algo muy interesante..— Seguía mirando alrededor de la sala, como si buscara algo. —Se directo, imbécil.— El rubio le miró mal de reojo. —Ush, qué estresante eres.— Se alejó de ahí, dejando ver arriba, una gran piedra colgando del techo —No sé por qué tienes eso ahí, pero me puede ser bastante útil.—.
—Aléjate de ahí.— Habló nervioso el otro, viendo al de la cicatriz apoyando en la palanca que soltaba aquella piedra colgando. —Ay, ¿por qué?— Sonrió mirándolo. —¿Qué es lo que quieres? Te digo lo que quieras, pero por favor, aléjate de esa palanca.— Suplicó sudando frío, sabiendo que era totalmente capaz de bajar la palanca, pero no a propósito, sino por accidente.
—¿Dónde están las llaves?— Se volvió a acercar. —Y mi sombrero.— Añadió, casi amenazándolo. —En el estante de allá.— Le señaló con la boca, a lo venezolano —¿Y la clave del candado?—.
Provocó un pequeño fuego en su mano, solo para comprobar. Sonrió para sí mismo poniéndose el sombrero. —Gracias, ee- sea quién seas.— Se apoyó en la palanca nuevamente, lo analizó de arriba a abajo. —¿Quién eres? ¿Te conozco de algún lado?— Murmuró con pereza, se le había bajado la adrenalina, las heridas abiertas y la falta de sueño estaban haciendo efecto. —Qué te importa, rubiecito.— Sabo rodó los ojos, totalmente cansado de aquel tipo, ni siquiera lo conocía, ¿para qué mierda hizo todo esto?
—Mir- — Bajó la palanca y cerró los ojos, volviendolos a abrir después de escuchar el impacto. —Cállate de una buena vez…— Murmuró asqueado por la sangre en su ropa y cara.
Se quedó apoyado en la palanca mirando la escena con la mirada perdida. ¿Qué acababa de pasar?
