𝐶𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 𝐼

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22:15 pm


Las calles heladas de aquel arrabal porteño era solo un preámbulo que representaba lo que era la Buenos Aires de la lejana década de los veinte.

Aquel 24 de mayo de 1925 no sería un día distinto para cierto tanguero. Allí sentado detrás del escenario de aquel bar, esperando su turno de entrada, pitando su cigarro. Su mirada aburrida, su rostro que usualmente era decorado por una gran sonrisa, estaba particularmente serio. Su pierna derecha moviéndose compulsivamente de arriba a abajo, y sus dedos acomodando sus cabellos prolijamente peinados hacia atrás, tal y como la moda de aquellos años suponía.

Contempla desde las bambalinas las mesas casi llenas de aquel cabaret, con decenas de hombres vestidos de traje, y las mujeres con sus voluminosos vestidos y sacos. Si bien no era la primera vez que Enzo se presentaba frente a desconocidos, lo cierto era que, nunca pudo superar sus propias expectativas en cuanto a su actuación y habilidades en el canto.

Mientras vacía su tercer vaso de whisky, mira a su compañero de escenario. Aquel melenudo probaba su bandoneón tocando notas al azar, que incómodo por la intensa mirada de su amigo, lo mira expectante.

-¿Qué pasa hombre?, estás nervioso desde hoy, ya vas tres vasos…- Dijo pausadamente Rodrigo mientras dejaba su instrumento de lado.

-Nada Ro, son los nervios nada mas, es que ya nos presentamos muchas veces y simplemente no la pegamos- Sus cejas se fruncieron en descontento, para después levantarse de su asiento.

-A ver, Enzo, el éxito no aparece de la noche a la mañana. Así que dejá de decir pavadas por favor.- Dijo De Paul con una sonrisa, mas su tono de voz expresaba seriedad.

Antes de que el morocho pueda decir algo al respecto, la voz de uno de los utileros los llama para subir al escenario. Orden que no tardan a acatar, acomodando sus instrumentos, y posándose en sus respectivos lugares.

En ese mismo bar, se encuentra un jóven castaño sentado en una de las primeras mesas, ahogado en sus penas y dos vasos de cerveza a su lado que había comprado con lo que había llevado de sus ahorros

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En ese mismo bar, se encuentra un jóven castaño sentado en una de las primeras mesas, ahogado en sus penas y dos vasos de cerveza a su lado que había comprado con lo que había llevado de sus ahorros. Su expresión seria reflejaba un dejo de melancolía, pues no la estaba pasando muy bien los últimos días, cualquiera que lo viera diría que está al borde del suicidio.

Sus cansados ojos estaban por cerrarse, somnolientos por el cansador viaje en tren desde Córdoba, pero fueron detenidos a tiempo por una voz que desconocía totalmente

“Nosotros somos el dúo Fernández-De Paul, pónganse cómodos los amantes del tango porteño”

Esa voz algo rasposa y suelta por el alcohol… Fue algo que simplemente lo cautivó, pero no mas que su portador. Un jóven de un hermoso e impecable traje negro, un sombrero que adornaba su cabeza de cabellos azabaches peinados con gomina, ojos que se achinaban cuando mostraba una sonrisa digna de envidiar y admirar; se lo veía buen mozo, muy atractivo, definitivamente tenía a Julián babeándose sobre la mesa.

Canciones Entre Carbones | EnzuliánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora