𝐶𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 𝐼𝐼

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La gente iba y venía, bailando, bebiendo toda clase de bebidas alcohólicas; nada nuevo en el pub de los Mac Allister, una familia adinerada de Buenos Aires, dueños de una incontable cantidad de recintos de esa índole. Era en este ambiente donde ciertos muchachos acababan de meterse.

-¡Enzito!, ¿Lo de siempre?- Sonó la voz de aquel Bar-Man pelirrojo, el menor de la familia.

-¡Buenas noches, Alexis!, giranos un whisky para los dos.

El colorado asintió con un ligero movimiento de cabeza, alejándose de los chicos, probablemente yendo a la despensa. Enzo aprovechó a darle una ligera mirada a Julián, mientras iban a sentarse a una de las tantas mesas que allí habían.

-Entonces… ¿Vas a decirme cuál es tu nombre?- Inquiere el morocho con su gran sonrisa.

-Con gusto... Mi nombre es Julián Álvarez, pero puede llamarme Juli, también puede tutearme.

-Vos sos muy confianzudo, che. Guarda con eso, puede ser un gran berretín*.

En eso, uno de los mozos se acerca a su mesa, entregándoles sus respectivos vasos y una gran botella de whisky. De lejos, un par de ojos marrones se posan en Julián, mirándolo de forma intensa.

-Hmm, ese no es de acá. Nico, ¿Podrías darle una llave a ese chico?, se nota que está cansado…- Le dijo Alexis a su mozo preferido, quien también era el amo de llaves del Pub-Hotel.

El moreno acató rápidamente la orden, yendo rápidamente a reservar una habitación.

2:45 am

A medida que los minutos pasaban, la resistencia alcohólica de los jóvenes comenzaba a ceder. Habían vaciado su botella hace ya mas de diez minutos, quedando los vasos resecos, pero sus mentes recargadas en boludeces que se traducían a palabrerío sin sentido. Sin dudas que se habían pasado de copas.

Entre hipos y tartamudeos, Enzo logró reincorporarse de un ataque de risa sin sentido, y finalmente se animó a preguntar algo coherente.

-Y… ¿Vos de dónde venís, eh?

-Llevo el acento de Córdoba Capital, ¿Te pensás que soy salteño?- Dijo sarcástico un muy risueño Julián, con las mejillas mas rojas que nunca, mientras hacía montoncitos con las manos.

Y un nuevo ataque de risa se desencadenó en aquella mesa, llamando la atención de Alexis, que ni corto ni perezoso le llamó la atención a su mozo.

Y un nuevo ataque de risa se desencadenó en aquella mesa, llamando la atención de Alexis, que ni corto ni perezoso le llamó la atención a su mozo

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-Nicolás, sacales el alcohol a esos dos locos- Espetó el colorado, quien obtuvo un asentimiento de parte del moreno.

Ni bien recuperaron el aire, ambos jóvenes fueron sorprendidos por Nico, quien se encargó de llevarse la botella, y de entregarles la llave de habitación para Julián. Obviamente todo a cuenta de Alexis, quien no les cobró por la estadía, al ser un conocido del tanguero.

Canciones Entre Carbones | EnzuliánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora