CAPÍTULO III

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La mayoría de humanos estarían temblando y rogando de rodillas por sus patéticas vidas y, sin embargo, Harue apenas mostraba resquemor que se veía ocultado en gran medida por la curiosidad

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La mayoría de humanos estarían temblando y rogando de rodillas por sus patéticas vidas y, sin embargo, Harue apenas mostraba resquemor que se veía ocultado en gran medida por la curiosidad. No tenía sentido de auto conservación.

Él quería decirle que huyera, que corriera con todas sus fuerzas, pero no lo hizo. Ante la efímera satisfacción que obtendría por el acto de nutrirse, prefirió un duradero placer.

Apartó su dedo de la piel de la mujer y se quedó mirándola. La pelinegra relajó su respiración.

—¿Por qué te intereso? —interrogó el demonio. Retrocedió algunos pasos y le dio la espalda mirando hacia la oscuridad del bosque.

   —Porque hasta hace unos días no sabía sobre la existencia de los... ¿demonios? —ella se separó del árbol y caminó por la hierba—. Y aún trato de entenderlo.

   Kokushibo no respondió. Él sabía que no debía comentar nada al respecto sobre Muzan o ello conllevaría a su muerte, además, no tenía intención de relevar esa información sobre su origen.

   Harue, como muchas personas, incluidas las de los distritos o aldeas no conocían a aquellas criaturas depredadoras a menos que hubieran sobrevivido (lo cual era poco probable) o que alguien les contara, que tampoco era común. Solo quienes tenían que enfrentarse a ellos al filo de sus vidas lo sabrían.

   Ella habitando en Tokio permanecía aún más desinformada de la situación. Tenía la vida llena de seguridad en una burbuja de comodidades. A pesar de que la casa de su abuela estaba cerca al bosque, jamás le contó las historias a su hija ni su nieta, pensando así que las salvaría de las garras de los demonios. Fue así para la madre de Harue, pero no para ella. Si hubiera sido consciente de la existencia de estos seres sabiendo todo lo que hacían, sus prejuicios habrían sido otros que no estuvieran guiados por la primera impresión "fascinante" que se encontró. Lo que su abuela pensó la protegería, al final la llevó justo a la boca de un demonio.

   —No entiendo qué quieres comprender —él enunció con neutralidad.

   —¿Cómo es qué eres así? ¿Por qué? ¿Desde cuándo? —la joven lo atacó con varias interrogantes.

—Qué te hace pensar que responderé a eso —Kokushibo se burló—. No contesto a las preguntas de cualquiera.

Harue permaneció en su lugar, se encogió de hombros mientras desviaba la mirada de él.

«Qué tonta he sido».

Ella imaginaba que su conversación sería de lo más habitual, olvidándose por completo que él estaba lejos de ser alguien normal.

INSANE | KokushiboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora