Capítulo Dos: hola? de nuevo

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febrero, 2027.

Y allí estaban, las cinco adentrándose a una nueva aventura. Cada una de ellas estaba más estupefacta que la otra, con el aire apenas llegando a sus pulmones de la impresión, aquel lugar que presenciaban era fuera de otro lugar. Lo que más agradecen era haber cambiado sus prendas de vestir por unas más abrigadas, pues apenas bajaron del avión sintieron el frío aire de Londres. Martina estaba con la boca casi abierta, todavía sin creer que estaba en otro país, a kilómetros de distancia de Argentina, era de no creerse.

Pero ahí estaba.

―¿Estoy soñando? ―murmuró ensoñada, Milagros, conteniendo sus gritos de emoción.

―Entonces, todas estamos en el mismo sueño ―le respondió, Oriana, acomodando las tiras de su mochila pesada.

―Chicas, bienvenidas a Londres ―Florencia tenía una sonrisa jamás vista, si de por sí era alguien risueña, ahora lo parecía mucho más, nunca habían visto una sonrisa tan grande en su rostro, ni siquiera cuando se graduaron.

Sus cuatro amigas estaban en el mismo estado.

Miraban a las personas caminar por todo el aeropuerto y se deslumbraban por las luces brillantes de cada tienda que se encontraba, parecía más un centro comercial que un aeropuerto.

―Milagros, vení acá o te cago a patadas ―amenazó Martina, agarrando el brazo de la mencionada cuando vio su intención de ir a ver cada tienda.

―Pero quiero ver ―se quejó, haciendo pucheros.

―No.

―Ver un poco no haría daño ―comentó, Florencia, ajustando el agarre en su valija.

―Claro ―opinó Eve.

Las cuatro miraron a Oriana, la que determinaría todo. Ella, con la presión social de decir algo, soltó lo primero que cruzó por su cabeza.

―Me da igual.

―Perfecto, vamos, Mili.

―La puta madre ―susurró Martina, viendo a sus amigas empezar a deambular por los pasillos del lugar.

No le quedó de otra más que seguirlas para no terminar perdiéndolas de vista.

―Pero solo un momento, tenemos que conseguir un taxi para ir al hotel.

―Tranquila, Martu, tengo todo organizado ―Florencia le guiñó un ojo, o hizo el intento de.

―¿Vos, organizando? Contate otro chiste.

―Bueno, che, estamos acá, ¿o no?

―Porque Dios te iluminó.

La castaña sonrió, colocando sus manos en su cintura, como si estuviera posando como una superheroína, cosa que a Martina le resultaba gracioso.

―¿Quién diría que alguna vez ganaría la lotería? Aaah, la gloria.

Todavía ninguna de ellas caía en razón. Todavía recuerdan el día en que Florencia las llamó a gritos, hablando tan rápido que tuvieron que frenarla y decirle que explique más despacio. Martina no gritó porque estaba de guardia, rodeada de sus compañeros de trabajo, pero las demás soltaron el grito de su vida. 

Ella explicó que no quería guardarlo, sabiendo que siempre todo iba a aumentar y hasta había hablado con sus padres sobre hacer un viaje en familia, pero fue rechazaba recibiendo comentarios sobre que debería viajar con sus amigas, disfrutar su juventud. Entonces, no perdió tiempo en comentarles las grandes noticias a su grupo de amigas, todas tuvieron que trabajar mucho para conseguir la semana de vacaciones y Florencia se encargó de toda la organización del viaje, claro que con ayuda de ellas, pidiendo sus opiniones. 

𝐂𝐀𝐌𝐏𝐄𝐎𝐍𝐄𝐒 𝐃𝐄𝐋 𝐌𝐔𝐍𝐃𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora