-7:30 am. -
Era la mañana siguiente y me levanté a la hora debida que nuestro padre insistía en levantarnos. Todos nos reunimos a la hora del desayuno para pasar casi todo el día entrenando. Observaba a Cinco, quien parecía decepcionado conmigo por la charla de ayer. Sabía que viajar en el tiempo era peligroso y tenía miedo de que el corriera el peligro de eso.
Luego del desayuno, estábamos todos en las escaleras, esperando a que nuestra hermana, Siete, hiciera sonar el silbato para empezar a subir corriendo en competencia. Vi cómo mi padre giró la cabeza hacia Siete y ella entendió que debía hacer sonar el silbato. Todos salimos corriendo; Uno iba primero, Dos pasó por el lado de Uno, y luego Cinco se teletransportó. Si mis cálculos no fallaban, si le pasaba a Cinco podría hablar con él. Me quedé atrás, y hice un portal que me llevó 10 escalones para la meta.
-No es justo, Cinco y Ocho hicieron trampa- escuché a Dos quejarse,sabía que se iba a quejar ;ya que el estaba en la delantera.
Desearía no haber deseado que el entrenamiento terminara, porque después de eso nos empezaron hacernos tatuajes de paraguas. Mientras el tatuador trabajaba en mí, mi madre me tendió la mano y la acepté, aunque mi hermano Diego no lo hubiera hecho.
Más tarde vi a Siete dibujándose el tatuaje con un marcador. Aproveché la oportunidad para acercarme a ella.
-Hola, Siete ¿Estás bien?- pregunté, poniendo mi mano en su hombro para que se volviera hacia mí.
-No...,Me gustaría ser parte de la Academia, pero no tengo nada especial-dijo con tristeza. Era evidente que siempre quería estar con nosotros, incluso preguntaba si podía ir en nuestras misiones, pero papá siempre le decía lo mismo,de que no había nada especial en ella.
-Tal vez no tengas poderes, Siete, pero eso no significa que eres menos a nosotros . Al menos yo lo pienso así. Siempre puedes hablar conmigo sobre cualquier cosa. Estaré aquí-le di un abrazo reconfortante para que supiera que hablaba en serio.
-¡Gracias, Ocho!- dijo animada antes de irse.
Llegó la hora de la cena y, como siempre, nos sentamos cuando nuestro padre nos dio la orden. Mientras comíamos, vi a Seis comiendo mientras leía un libro, Tres haciéndole ojitos a Uno,Dos con un cuchillo desgarrado en la esquina de la mesa, Siete comiendo, y Cuatro tomando píldoras para evitar ver a los muertos. De repente, Cinco clavó su cuchillo en la mesa, haciendo que todos nos detuviéramos para observarlo.
-Número Cinco- llamó la atención mi padre.
-Tengo una pregunta-respondió Cinco.
-Sé que el conocimiento es valioso, pero sabes que está prohibido hablar durante las comidas. Estás interrumpiendo a Herr Carlson- dijo mi padre sin importancia, mientras seguía comiendo.
Cinco empujó irritado su plato. -Quiero viajar en el tiempo-declaró.
-No- contestó mi padre, visiblemente enojado.
-Pero estoy listo- insistió Cinco.
Traté de hacerle señas para que dejara el tema, pero me ignoró y siguió hablando. -Practiqué los saltos espaciales, como me dijiste-dijo mientras se levantaba de su silla para teletransportarse junto a él.- ¿Ves?
-Un salto especial es insignificante comparado con las incógnitas de viajar en el tiempo. Uno es como deslizarse por el hielo, el otro es como descender a ciegas a las profundidades del agua helada y reaparecer como una botella- expliqué, tratando de detenerlo.
-Pues no lo entiendo- contestó Cinco, esperando una explicación.
-Y es por eso que no estás listo- respondí firme, tratando de poner fin a la conversación.
Vi a Siete mover la cabeza de un lado a otro para que Cinco se detuviera, pero él continuó.
-No tengo miedo- se dirigió a mi padre.
-No se trata de eso- intervine, volviendo a captar su atención. -Los efectos en tu cuerpo serían impredecibles.
Mi padre, incapaz de tolerar más el tema, nos interrumpió. -Escucha, te prohíbo que vuelvas a hablar de esto, Cinco.
Todos nos quedamos en silencio y continuamos comiendo, hasta que Cinco huyó del lugar.
-¡Número Cinco, no te autoricé a irte! ¡Vuelve aquí!
-¡CINCO!-grité, levantándome de la silla para seguirlo.
-Ocho, lo mismo va para ti. ¡Vuelvan los dos!
-Cinco, ¡vuelve aquí!-corrí tras él, saliendo de la casa.
-¿Me crees incapaz de viajar en el tiempo? Te lo demostraré y luego le dirás a papá que puedo-me agarró de la mano y comenzó a tirar de mí.
-Cinco, ¡alto! Las consecuencias son muy altas, ¡por favor, para!
No me escuchó, y empezó a saltar en el tiempo,así que decidí cerrar los ojos mientras le suplicaba que parara, sabiendo que no lo haría. En un momento dado, tropecé y, cuando abrí los ojos, mi mundo había cambiado...