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Isabella se separó abruptamente de Chloe

—no, no, no, esto es un error — habló asustada —. Tu eres una mujer, y yo... yo soy mujer. Nosotras no podemos estar juntas, no es sano

—hey, Isa, cálmate, no estamos haciendo nada malo — tomó su mano, pero la rubia la alejó como si de pronto la quemara, le estaba dando un ataque de ansiedad. Chloe lo supo, por como comenzaba a hiperventilar —. Respira conmigo — comenzó a inhalar y a exhalar, Isabella temblaba y sudaba, y a Chloe se le rompió un poco el corazón al pensar en todo lo que tuvo que pasar, como para que se asuste con un simple beso

—lo siento, Chloe, seguro vas a pensar que soy una tonta — se escondió en sus manos, avergonzada por haber tenido un ataque

—eso ya lo pensaba antes — bromeó —. Tranquila, lo que tuviste fue un ataque de ansiedad

Isabella frunció el ceño confundida ¿Cómo era posible aquello?

—solo me dieron nervios, Chloe, no seas absurda — se puso a la defensiva

—oye, cálmate, no te estoy haciendo nada, después de todo, quien vino a mi casa fuiste tu — se defendió Chloe, cansada de siempre recibir malos tratos —. Y tú fuiste quien me besó, no yo

Isabella, consiente de esto, solo comenzó a llorar

—jamás he besado a una mujer, no hasta ahora — sonrió entre lágrimas —. Cuando recién cumplí los dieciocho, una de mis amigas comenzó a gustarme — contó —. Mi madre sospechaba, así que hizo que la transfirieran. Cuando me dijo que debía sacarte de la universidad, me dio tanto miedo, Chloe, que en lo único que pensaba era en que no quería que algo malo te pasara o que tuvieras que estar a miles de kilómetros de mi — la abrazó de pronto, sorprendiendo nuevamente a Chloe —. No te quiero tener lejos, quiero conocerte, quiero saber que es lo que no te gusta, tus miedos, que es lo qué te molesta. Tu libro favorito, esas cosas que uno comienza a conocer de la persona que le gusta — se separó de ella, acunó sus mejillas entre sus manos y le dio un casto beso —. Quiero que me dejes conocerte, pero no sé cómo se hace esto

—tu te vas a casar — le recordó —. ¿Cómo voy a dejar que me conozcas? Alguien más va a hacer su vida contigo, Isabella, y evidentemente no seré yo. Además, hasta hace poco ambas nos odiábamos, y yo perdono, pero no olvido 

—¿no acabas de escuchar todo lo que te dije? — reclamó —. Lo hice para protegerte de mi, de mi familia. Pero no soy tan fuerte, ángel, si lo fuera, me habría alejado de ti desde hace mucho

—estar contigo sería muy complicado para mi, para mi corazón. Tengo miedo de que me lastimes

—no puedo prometer que no te lastimaré, porque no soy del tipo de personas que sea cursi o muy cariñosa. Solo deja que te conozca, por favor, una oportunidad te pido 

Chloe asintió, no le diría que no, cuando había soñado muchas veces con ese momento 

—Mis padres... —comenzó Isabella, buscando las palabras adecuadas—. Son muy homofóbicos y conservadores. Siempre han estado sumergidos en sus trabajos, viajando de un lugar a otro por negocios. Por eso cambiábamos de ciudad y de escuela con frecuencia. No teníamos una casa estable, solo hoteles y apartamentos temporales.

Chloe escuchaba en silencio, captando cada detalle mientras el rostro de Isabella mostraba una mezcla de dolor y resignación.

—Desde pequeña, me inscribían en cursos para aprender idiomas. Hablo ocho porque era la única manera de ocupar mi tiempo mientras ellos estaban ocupados con sus vidas —continuó Isabella, con la voz entrecortada por la emoción que se agolpaba en su pecho.

A P O C A L I P S I SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora