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El viento susurraba miles de cosas pero Sunoo solo podía escuchar el latir incesante de su corazón callar al viento y negarse ante su canto

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El viento susurraba miles de cosas pero Sunoo solo podía escuchar el latir incesante de su corazón callar al viento y negarse ante su canto.

La gente vitoreaba mientras la noticia que Sunoo había querido negarse a creer se solidificaba, como el invierno lo hacía al tocar al agua.

Aquella noticia que había venido como un suave arroyo, se había concretado formando un lago helado. Cristalizando los sentimientos de Sunoo en copos de nieve y dejándolos caer sin importancia.

Heeseung se iba a casar con la hija del alcalde y acababan de anunciarlo en el pueblo. Sus amigos lo animaban y felicitaban, las chicas estaban emocionadas y el pequeño Sunoo miraba de lejos.

Recordando el pasado en primavera y anhelandolo como deseaba al sol.

El hielo congeló sus huesos y Sunoo pensó que debía haber llevado su capa, pero se negó a llevar algo tan característico y propio de sí. En esos momentos, no quería llamar la atención de nadie, quería pasar igual de desapercibido que aquellos sentimientos que jamás verían la luz.

Mirando el cielo, Sunoo recordó aquel día.

Hace 12 años

A penas era un niño que aprendía coser bien, sin embargo, era bastante extraño que un niño se interesará en el tejido. Eso había llamado la atención del costurero, aunque tampoco era demasiada sorpresa. La abuela del pequeño Sunoo también había sido costurera, el niño había aprendido de ella y muy bien. Por ello, el costurero acogio al niño en su tienda, teniéndolo como su principal aprendiz y llenándose de gratificación al ver cómo este progresaba.

El niño sonreía feliz, animado por los comentarios que le hacía el señor John. Y así de feliz que estaba, había salido a botar las telas inservibles e hilos todos encapsulados en una caja de madera que servía para aquello.

Fue cuando lo vio.

Era un niño un poco mayor que él, este seguía a los leñadores y trataba de hacer el mismo trabajo que ellos. Sunoo se limito mirarlo. Pensando en que ese niño parecía demasiado concentrado en aquello.

Fue cuando este niño giro en su dirección y Sunoo no supo que más hacer, aparte de alzar su mano y saludar.

—¡Hola!—saludo Sunoo, sonriendo.

El otro pareció animado.—¡Hola! ¿Eres nuevo? Soy Heeseung. —y sonrió mientras agitaba su mano.

Así había empezado una amistad que se basaba en saludarse los fines de semana. No era demasiado. Sunoo no pensaba en Heeseung salvó los días en los que sacaba la basura y Heeseung parecía tener el mismo pensamiento.

Ambos niños crecieron saludándose los fines de semana, así paso el tiempo. Heeseung ya era un adolescente y Sunoo seguía siendo un niño. Sin embargo, se seguían saludando cuando se veían. A parte de los fines de semana, si es que por arte de magia se cruzaban en algún lugar, se saludaban y jugaban.

Caperucita • Sungsun! 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora