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El lobo se había deslizado entre la nieve, mientras su mirada se fijaba en la cabaña

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El lobo se había deslizado entre la nieve, mientras su mirada se fijaba en la cabaña. Su olfato le aseguraba haber encontrado a la bruja, luego de tanto tiempo.

La cabaña se alzaba envuelta entre arbustos y troncos, en medio de la penumbra del bosque aplacada por la nevada. Las ventanas y las puertas cerradas sin dejar a entrever el interior y solo mediante las delgadas rendijas de las maderas, se podía vislumbrar la luz de una vela colándose con temor al frío, siendo esta la única calidez en medio de aquella noche de ventisca invernal. Afuera, la bestia albina camuflada entre la nevada fijo sus ojos plata, esperando con cautela a su presa. 

Pero aún cuando el alba saludo al lobo al día siguiente, aún cuando el sol se posaba encima de su cabeza y aún cuando la luna volvió a saludar a la bestia blanca con curiosidad inherente. Nadie salió de la cabaña. Permaneciendo cerrada ante la vista inquisidora del lobo que recordaba las palabras enseñadas por su manada. 

«La inteligencia de las brujas es superior y es poderosa, protéjanse a sí mismos de su magia y no se arriesguen ante ellas»

El lobo solo creyó que la bruja era astuta. Manteniéndose aún empinado bajo las hierbas frágiles y el pasto moribundo, esperando alguna señal oculta sin importarle el invierno acentuándose en su pelaje hasta su piel. Sin poder encontrar nada más que hambre, sed y odio hacia los bichos voladores del bosque que, aleteando y canturreando, se burlaban de él. El lobo se cansó. Gruñendo fuertemente y logrando el pavor de los seres. Logrando la permanencia de las aves en lo alto de las copas. El lobo quedó a la espera, día tras día, indagando el exterior de la cabaña, sin obtener respuesta alguna. Solo sabiendo que alguien habitaba alli por la luz de la vela encendida siempre al anochecer. 

Pero el lobo no se daría por vencido, apoyándose en el manto helado, dejándose caer en el sueño hasta el dia siguiente. Y fue esa mañana, justo después del alba que sucedió lo tan ansiado, al desperezar su cuerpo, sintió como el caminar de algo empezaba. Intrigado, dirigió su mirada hasta la cabaña y vio como la puerta se abría. El cuerpo del lobo tensandose al momento, sus patas acomodándose en la nieve, sus ojos sin despegarse de la puerta de madera, captando como se abría con lentitud. La mirada del lobo enfocada. Sintiendo la victoria en sí mismo. Listo para correr en búsqueda de su presa.

Quedando contrariado al notar como de la puerta, la figura de la bruja pensada por el lobo se desdibujaba y el cuerpo de un muchacho aparecía. Uno esbelto, delgado y pelirrojo, envuelto en una capa carmesí llevando una canasta en mano. El lobo se sintió aturdido al instante.

¿Sus sentidos habían sido engañados? ¿Cómo era posible? ¿O acaso la bruja seguía dentro de la cabaña?

La magia había sido fuerte, la había percibido en su totalidad aquellos días en guardia, tal cual le había enseñado su manada. Pero cuando vio al muchacho salir, solo olió a un humano y al acercarse a la cabaña, el olor también era el de una cabaña normal. ¿Dónde quedaba el fuerte y profundo olor a hechicería que había sentido antes?

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⏰ Última actualización: Oct 09 ⏰

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