Prólogo

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Miradas cómplices, conversaciones interminables y risas compartidas eran lo que llenaba su primer año de la universidad. Seonghwa estaba enamorado y se entregó tontamente a ese amor, que pronto empezó a consumirlo por completo, aprendió de la manera más dura que entregar tu corazón en bandeja de oro era muy tonto y arriesgado. Justo cuando creyó estar en la cúspide de su relación, todo se vino abajo y el golpe fue muy duro...

La verdad salió a la luz.

—¿Quién es ella?— preguntó con curiosidad, por la hermosa joven que estaba en el auto de su novio.

—Seonghwa...— dijo el hombre mientras suspiraba pesadamente.

—¿Por qué te apareces hasta ahora? ¿Por qué no has contestado mis mensajes? ¿Hice algo malo?— dijo mientras buscaba sus ojos.

—Seonghwa... Estoy cansado de esto ¿sabes?—El corazón de Seonghwa se apretó con fuerza en su pecho— Verás... ya no quiero esto, ya no más—finalmente lo miró.

—¿Qué? ¿Cómo puedes decirme esto así? pensé que me amabas...

—¿Amarte?—el hombre lo miró con disgusto—Eso, ¿Que? ¿Acaso estás loco? Seonghwa, esto solo fue algo de momento, creí que lo sabías, estaba un poco aburrido de todo y cuando te conocí sentí curiosidad nada mas y tu fuiste accesible lo cual facilitó todo, ¿Pero amarte? eso jamás.

Cada palabra, cada expresión, todo dolía, todo lo desgarraba por dentro, sus mejillas empezaron a mojarse—Pero dijiste que yo era especial...— un sollozo abandonó sus labios al terminar aquella frase.

—Oye, eso lo dije porque estaba excitado, ya sabes, decimos cosas ridículas en esos momentos, deja de llorar, la gente está viendo..

—Como puedes...—Seonghwa intentó tomar la mano del hombre frente a él, pero este la golpeó con fuerza para alejarlo.

—¡Basta! deja el drama, ve a tu cuarto y reflexiona sobre ti, ¿Cómo siquiera pensaste que un hombre era mejor que una mujer?— el hombre bufó—no quiero verte más, así que no me busques porque si lo haces te haré entender por las malas.

Seonghwa se quedó inmóvil mientras procesaba aquellas palabras dichas con una frialdad cortante, tan frías que podrían congelar sus lágrimas, este hombre acababa de destruir su mundo en un instante. Levantó su mirada viendo como se alejaba sin importarle nada, sin importarle que con cada paso que daba una pieza de su corazón caía con dolor.

No le quedó otra que recoger cada pedazo de su corazón, envolver cada pieza y colocarla en un cofre con dos cerrojos para que nadie mas volviera a lastimarlo, ese día entendió lo peligroso que era el amor, el peligro que era permitirse amar sin reservas y confiar ciegamente en los susurros del amor falsamente profesado.





No le quedó otra que recoger cada pedazo de su corazón, envolver cada pieza y colocarla en un cofre con dos cerrojos para que nadie mas volviera a lastimarlo, ese día entendió lo peligroso que era el amor, el peligro que era permitirse amar sin re...

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