Capítulo I

99 13 9
                                    

Mi alarma sonó a la misma hora de todos los días, 7:00 am, y como todos los días, me sacó de la oscuridad continua que eran mis sueños.
En realidad, podría haberme permitido el "privilegio" de seguir durmiendo media hora más, antes de que los timbres esparcidos por la institución sonaran respectivamente, pero había tomado por costumbre usar esa media hora para cavilaciones y reflexiones sobre mi vida y lo tortuosamente aburrida que era.

- Otro día más a la lista, ¿eh?. - Dije con desgana mientras bostezaba.

Cuando me incorporé de mi cama (que más que una cama parecía una tabla de planchar) me rasqué la cabeza y miré mi habitación, que no era otra cosa que un cobertizo roído y destartalado por completo. Aunque después de tanto tiempo ya estaba más que acostumbrado al constante y desagradable chirrido de los muelles de mi cama, el repiqueteo de tablones de madera mal colocados y la visita de variados insectos. Al fin y al cabo, un "pringado sin elemento" como yo no tenía derecho a una habitación decente, ¿no?

Pasó la media hora, sonaron los timbres por toda la escuela y empezó el murmullo incesante de los estudiantes. Pasos de un lado a otro que retumbaban en mis oídos.
Tardé poco en ponerme el uniforme y en cuanto lo hube hecho salí de la habitación con la mochila a la espalda, la cual, por cierto, pesaba más que una vaca en brazos. Y lo peor era que todo el material que había dentro no me servía para nada más que para adornar los pupitres.

No me preocupé de mirar el horario porque luego de unas semanas ya me lo había aprendido de memoria. Tocaba Anatomía mágica. Por suerte para mí era una clase teórica y me libraría de las vejaciones y burlas (por parte de mis compañeros más "simpáticos y respetuosos") que tenía que aguantar en las prácticas. Aunque me importaban tirando a poco, sinceramente.

Cuando llegué a la clase me senté en el primer asiento que vi, no había ganas de buscar más detalladamente. Lo bueno de ser un marginado era que no tenía que preocuparme por sentarme al lado o cerca de mis amigos, porque eran inexistentes.

- Buenas, Thomas. - Una voz suave interrumpió mis pensamientos. Miré hacía arriba para ver quién era. - Buenas. - Lena. Una chica de baja estatura, rubia, con el pelo ondulado, casi rizado y los ojos amarillentos. Era prácticamente la única que me saludaba todos los días, y prácticamente la única chica con respeto hacia mí en toda la clase...no, en todo el colegio.
El curso que me tocó aquel año no era ni mucho menos el peor que me había tocado. Se salvaban unos pocos de mis compañeros: Lena, Weivel (un chico de estatura media, pelo alborotado y una tirita en la nariz) y alguno que otro más, y eramos sin duda los pringados de la clase.

La profesora estaba dando sus "interesantísimas, maravillosas, increíbles, apasionantes y emocionantes" lecciones cuando la luz decidió que no éramos dignos de su presencia y se fue. La clase no tardó ni medio segundo en girar sus cabezas hacía Lena.
- ¡¿Qué?! Juro que esta vez no he sido yo. - Lena solía ponerse nerviosa a menudo, y cuando eso pasaba, su elemento (la electricidad) se hacía notar: Cortocircuitos, apagones, chispas, etc.
Y aunque en ese instante nadie creyó lo que la chica decía, yo supe que no había sido cosa suya, ya que cuando la luz se fue ella estaba completamente tranquila, y no fue hasta que se puso nerviosa que volvió. Pero entonces, ¿qué o quién había provocado que se fuera la luz?

Holaa, hace tiempo que no subía nada, pero ahora subiré un poco más a menudo ésta novela, ya que no la hago sólo, sino con mi amiga María y este primer capítulo es suyo, Ciaoo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 08, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La Magia de ThomasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora