Code Fenix Evolution

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Code Fenix Evolution

En los albores de la humanidad, cuando la creación divina todavía era joven y el Edén brillaba con la pureza de la perfección, Adán y Eva vivían en paz. Bajo el amparo de Dios, caminaban entre los árboles frutales, entre las bestias, y gozaban de una vida sin pecado. Pero en las sombras acechaba algo más. Algo antiguo, oscuro y lleno de promesas que no debían hacerse.

Como en la historia que hemos escuchado tantas veces, fue la serpiente la que se deslizó entre ellos, pero esta vez no traía la tentación del fruto prohibido, no. Traía algo aún más perverso, un regalo de su señor... el Diablo. Bajo su lengua bífida, no se escondía una simple mentira, sino un pacto que sellaría el destino de toda la humanidad.

La serpiente habló, seductora y astuta, diciendo:

"Mi señor ha visto el poder en ustedes, y desea obsequiarles lo que él mismo no puede tener... poder eterno. La libertad que tanto desean está a su alcance, Adán y Eva. Pero no vendrá en forma de un fruto... sino de una transformación que ningún ser en la Tierra podrá igualar. Adán, a ti te ofrezco la fuerza indomable de la bestia, el poder del licántropo. Y a ti, Eva, te otorgo la gracia oscura y la sed eterna del vampirismo. Juntos, gobernarían sobre la creación, más allá de lo que incluso el propio Dios ha imaginado para ustedes."

Tentados por la promesa de un poder que escapaba a su comprensión, ambos aceptaron. Adán sintió el calor bestial crecer en su interior, sus músculos tensarse y su mente nublarse con un instinto salvaje. Eva, en cambio, notó cómo su piel se enfriaba, cómo la oscuridad la envolvía, y el hambre insaciable comenzaba a devorar su alma.

Fue entonces cuando Dios los desterró del Edén, no solo por desobedecer, sino por abrazar lo que no era natural. Ya no eran su creación perfecta. Ya no eran solo humanos. Los condenó, no solo a la muerte, sino a la vida eterna de sufrimiento, vagando entre las sombras de la creación.

"Seréis malditos. Vuestros cuerpos cambiarán con cada luna, y tu sed, Eva, nunca será saciada. Esta maldición pasará a vuestros hijos, y sus hijos... y hasta el último de los tiempos."

Y así, la maldición de Adán y Eva se filtró a través de los siglos. La humanidad no solo creció en número, sino que con ella también creció la maldición. Los lobos se escondían entre los hombres y los vampiros caminaban entre las sombras, como sombras de la humanidad misma.

Lo que había empezado en el Edén no había terminado allí, no. Solo estaba comenzando.

La maldición que cayó sobre Adán y Eva no fue uniforme. En Adán, el poder de la licantropía traía consigo una furia primitiva, pero también un control limitado, un margen donde la humanidad todavía podía aferrarse a su conciencia. Pero no todo era eterno, ni bajo su dominio. Con cada luna llena, el lobo en su interior se hacía más fuerte, y la línea entre el hombre y la bestia se desvanecía poco a poco.

Los primeros hijos de Adán, portadores de su maldición, experimentaron esta transformación como un ciclo. La luna llena les arrancaba su humanidad, convirtiéndolos en feroces licántropos durante una noche. Sin embargo, una terrible verdad pronto se revelaría. Después de la quinta luna llena, los hijos del linaje de Adán ya no regresaban a su forma humana. Su transformación se volvía permanente, y con ella, perdían el don más preciado: su razón.

Estos primeros lycan, conocidos como los "Lobos Eterna Luna", vivían en un estado salvaje, bestias sin mente, sin memoria, guiados solo por un hambre insaciable y una sed de destrucción. Eran temidos incluso entre los suyos, pues una vez que cruzaban ese umbral, se convertían en cazadores implacables. Su aspecto era monstruoso, con cuerpos retorcidos por el exceso de poder y garras más largas y afiladas, símbolos de su condena.

Code Fenix collectionWhere stories live. Discover now