Balam Ikal no quiere ser molestado por vivos ni por muertos, su agenda está llena por estudiar en su carrera de psicología con muchas tareas a casa, pero su testarudo mejor amigo, Taylor, le propone una idea para salvar el taller en la escuela mostr...
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Por fortuna o coincidencia el día de los hechos acontece en estos días donde el límite de los vivos con los muertos es casi nulo.
Taylor se dedicó en vestir y arreglar a Balam para la ocasión con el cosplay tan especial que tenía para esta noche.
El chico a pesar del anillo de plástico dado y las prendas pesadas en sus hombros no se quitaba el collar. Aquél tan significativo para su propia existencia, un amuleto propio otorgado desde nacimiento.
Una piedra negra sostenida por una correa roja. Hoy más que nunca lo debía cuidar con su propia vida para no correr riesgos energéticos en su expedición.
Al muchacho lo dejaron salir del instituto por piernas con su mochila fingiendo que se trataba de su verdadera maleta.
Balam antes de entrar a la Mansión Gallagher, verifica en su mochila todo lo necesario que Taylor le puso confiando en su juicio; herramientas de supervivencia como navaja, cuerda, lazo, dos sandiwches de reserva, linterna, una espada láser y unos lentes de visión nocturna.
Sí... La espada láser es porque el muchacho es fan de corazón de Star Wars, déjenlo ser.
Y sobre todo sus herramientas heredadas; la baraja de tarot, un péndulo y velas.
El chico a pesar de su resistencia de aceptar sus orígenes familiares, aún conserva ese conocimiento que le fue dado por parte de la familia de su madre. Según sus familiares, él no debería ser capaz de ver espectros o fantasmas por haber sido "espantado" A temprana edad.
Así que se supone, que no debería de ver ni sentir nada... ¿Verdad? Pero por si acaso llevaba consigo sahumerio preparados, pólvora y gasolina por cualquier situación que se presente fuera de lo normal.
(Vamos, solo es una expedición común y corriente, no creo que haya algún fantasma por aquí) Intenta calmarse para guardar sus aditamentos de emergencia paranormal como último recurso.
Esto para Balam era una distracción de su mundo interno como siempre.
En cuanto logró romper el candado que sujeta las puertas de metal siente un escalofrío demasiado fuerte. Saca su espectograma al frente con cada paso que daba en la entrada del jardín como si fuera su escudo. No había ningún señal anormal. Revisa su termómetro de ambiente, tampoco habían variado los grados.
Camina por los jardines secos y abandados sintiendo una extraña humedad revolotear en su andar. Las puertas las abrió con mucho esfuerzo empujando no porque fueran pesadas, si no porque las bisagras estaban de verdad muy oxidadas. El aroma de inmediato es de madera antigua, de hace mas de 80 años. Pero todo es oscuridad.
