Prólogo

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"¿Ya estas despierto~?"

Una voz femenina cálida y pegajosa hizo que los ojos de un chico de cabello negro y promedio abriera los ojos lentamente, como si acabara de despertar de un largo y pacifico sueño.

"¿Quien...?"

El chico se pregunto mientras sus ojos se acostumbraban a la luz que golpeaba su rostro.

Viendo esto, la dueña de la voz sonrio levemente y coloco su delicada mano pálida sobre la mejilla de él, como si estuviera manipulando la cosa más frágil y delicada del mundo.

"¿?"

Cuando los ojos del chico se aclararon pudo ver algo que lo sorpendio en gran medida.

Cabello largo y blanco que reposaba en el suelo debido a la postura sentada que tenía, ojos azules claros como si reflejaran el color del hermoso cielo y una piel blanca sin manchas o imperfecciones que parecía brillas con la luz presente en el lugar.

Su rostro era lo más hermoso que él a visto en todo su vida, un rostro que mantenía una sonrisa cariñosa mientras lo miraba.

Decir que no estaba atónito por la hermosa mujer frente a él era una mentira , y eso se demostraba por el ardor que recorría sus mejillas.

"¿Quien eres? ¿Dónde estoy?"

A pesar de su asombro inicial, el chico logro pronunciar dos simples preguntas mientras miraba los ojos de esa hermosa chica, negándose a apartar la mirada.

Sin embargo la confusión también lo invadió en ese momento. Lo ultimo que él recuerda es estar descansando tranquilamente en una posada barata mientras sentía como su mundo se derrumba y lloraba hasta quedarse dormido.

Sin embargo, luego de abrir los ojos se encontró en este lugar, frente a una mujer desconocida y un paisaje nada similar a la vieja posada.

"Fufufu~. Es normal que te sientas confundido. Mi nombre es Astella, y estas en un lugar donde solo podemos estar nosotros dos."

La mente del chico, aún confundida por la somnolencia, miró a la chica.

"¿Astella...? ¿Como la diosa?"

En este mundo existían 5 diosas, las cuales era adoradas por las diferentes razas existentes.

Allinere: La diosa que gobierna sobre la vida, la muerte. Esta diosa era la mayor de las cuatro diosas, y era adorada como la madre de la naturaleza, la que comienza y termina el ciclo de la vida. De igual forma es la diosa principal de la religión adorada por todo el mundo.

Aurelia: La diosa que reina sobre todo la magia existente. Esta diosa es adorada principalmente por los eruditos y magos alrededor de todo el mundo.

Zephyra: La diosa que gobierna el basto cielo, y la creadora del día y la noche. De igual forma es la segunda más antigua de las 5 diosas.

Narida: La diosa que gobierna el océano y todas las criaturas en este. Es la responsable de mantener la tranquilidad en los océanos. Generalmente es adorada por los pescadores o marineros.

Y por ultimo Astella: La diosa que gobierna la luz y la belleza. Es la segunda diosa más joven, siendo Aurelia la menor de todas las diosas. Es adorada principalmente por los santos y las mujeres, ya que se dice que es la responsable de otorgar apariencias a las personas al nacer, así como ser la diosa más hermosa entre las cinco.

"¡Si~! Estas en lo correcto. Soy la diosa Astella~."

"Ya veo... La diosa... ¿¡La diosa!?"

De un momento a otro el cuerpo del joven se levanto de un salto y se postro ante la mujer.

"¡P-perdone mi osadía anterior!"

En circunstancias normales si una persona se hiciera llamar así mismo una "diosa" posiblemente terminaría decapitada públicamente por los creyentes.

Sin embargo, por alguna extraña razón, él sabía que no era una mentira.

En primer lugar no sabe como termino en este lugar, y aunque la posibilidad de haber sido secuestrado paso por su cabeza, eso no duro mucho debido a otros factores.

Primero que nada la apariencia de ella, es idéntica a la descrita en pinturas y las estatuas en las iglesias. Además, su hermosa presencia tenía una extraña aura que hacía que cualquiera quiera arrodillarse y rezarle.

"Mou~, no te arrodilles. Vamos, ¡Arriba Arriba!"

La hermosa diosa se levanto de su posición sentada y solo en ese momento él chico pudo ver la apariencia real.

Olvida lo que dije antes, ni las pinturas ni las estatuas le hacían justicia.

Ella era hermosa, extremadamente hermosa. Su cuerpo era voluptuoso con grandes pechos y una cintura delgada. Mirándola de esta forma solo una palabra aparecía en su mente: Perfección.

"¡No hay forma de que haga algo como eso! ¡Usted es una diosa!"

A pesar de mantenerse en una posición arrodillada, la voz del chico apenas contenía algún tipo de respeto o fanatismo, algo que la diosa notó fácilmente.

"Tú... Nos odias ¿Verdad?"

El rostro de la diosa no cambio en ningún momento, pero su voz y ojos reflejaban una leve tristeza.

"No se a que se refiere."

A pesar de ser fácilmente descubierto, el chico lo nego rapidamente.

"Soy una diosa ¿Sabes? Es imposible ocultarme algo."

"Ya veo."

Con su verdaderos sentimientos revelados, el chico no fingió más.

Sentándose en el suave pasto del paisaje verde, el chico ni siquiera miro a la hermosa diosa mientras miraba hacía abajo.

"¿Por qué...? ¿Por qué tuve que pasar por todo eso?... Si no hubiera tenido esa bendición nada de esto habría pasado. Ustedes arruinaron mi vida, arruinaron mi futuro. ¿Y ahora una de ustedes decide aparecer frente a mi como si nada? ¿Qué quieren? ¿Quieres burlarte de mi también? ¿Quieres echarme todo en cara como ellos?"

Cada una de sus palabras contenian tristeza sin fin y un odio que parecía capaz de incendiar todo delante de él.

"..."

La diosa Astella se mantuvo en silencio mientras miraba la lamentable apariencia del chico frente a ella, quien se negaba a mirarla.

"¿No vas a decir nada? Bueno, es de esperar. ¿Para que gastar palabras en un desperdicio colo yo? Sinceramente, si solo me trajiste a este lugar para ver en primer plano a mi lamentable yo solo dejame en paz. No me importa si me matan por ser descortés o simplemente me maldices... Yo ya... no tengo ningún apego a este mundo."

Cuando termino de hablar los ojos negros del chico parecían oscurecerse y perder todo brillo mientras lagrimas caían de sus ojos. Su voz y actitud se quebró mientras el dolor invadía su mente, pero no era un dolor físico, era el simple pero devastador dolor de un corazón roto.

Mirando la apariencia del chico, la hermosa diosa de cabello blanco sintió como su propio pecho se apretaba y sin decir nada se arrodillo frente al chico y lo abrazo con cuidado.

Sintiendo el calor rodear su cuerpo, las lágrimas continuaron aún más y, a pesar de su odio, el chico se aferro a la diosa como si no quisiera separarse.

"Lo siento... Todo esto fue mi culpa... Puedes desahogar todo lo que quieras... Estoy aquí para ti."

Suterareta shōnen wa kami ni saikyō ni natta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora