II

293 30 1
                                    


-Abi...

-Hm.

-Te amo - sonrieron, uno mostrando sus lindos hoyuelos y el otro su perfecta dentadura.

-Yo más, pequeña - indicó la demonia, frotando su cálida naricita contra el cuello ajeno. Samantha rió con dulzura y apretó su chaqueta, apegando más su pequeño cuerpo al ajeno.

Estaba seguro de que era su lugar feliz, su hogar.

Los opuestos se atraen (Rivari)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora