III

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"En la sombra, el miedo se cierne,
esposas de acero, la esperanza se pierde.
Gritos del pasado en la mente se enredan,
mientras la luna oscura susurra, y el futuro se niega."




Despertó con un fuerte dolor de cabeza y una sensación de confusión.  Apenas alcanzaba a procesar el confuso entorno a su alrededor.

 Trató de moverse, pero se dio cuenta de que estaba esposado y atado a una silla. 

Miró a su alrededor, tratando de reconocer el lugar donde estaba. 

Se encontraba en una carpa sucia y oscura. 

En las esquinas, armas oxidadas y cajas de suministros desordenadas llenaban el espacio, proyectando sombras siniestras en las paredes de tela.

 No tenía idea de cómo había llegado allí, ni de qué había pasado con su amigo. 

 Se removió en la silla en un intento en vano por soltarse, sintiendo la ansiedad subiendo por su pecho, forcejeó contra las esposas pegadas a la silla mientras su respiración se alteraba. 

 Lo último que recordaba era haber salido de su hogar al escuchar gritos, cuando se percató de lo que ocurría intento correr hacia su mejor amigo, pero no logro siquiera acercarse a la casa cuando fue derribado y sometido contra el duro suelo. Intentó luchar con todas sus fuerzas, pero era inútil. 

Uno de los rebeldes se acercó a él mientras era sostenido por otros, lo tomo fuertemente de la mandíbula y sonrió como un maldito degenerado. Justo después todo se oscureció. 

 Sacudió su cabeza tratando de recordar algo más ¿Por qué no está muerto? ¿Qué hace ahí? ¿Qué le harán? 

De repente, la carpa se abrió y dos chicos entraron. 

 Los observó en silencio, a la espera de cualquier cosa que pudiera suceder, sin embargo, aquellos apenas y notaron su presencia. 

 El primero era un chico de piel pálida y cabello negro. Sus ojos eran fríos y vacíos, y su expresión era de enfado. El segundo era un hombre más grande y fuerte, que parecía un gorila. Su rostro era duro e inexpresivo, y su voz era grave. 

 Los dos chicos empezaron a discutir, no entendía nada de lo que decían. Hablaban en un idioma extraño, que sonaba como una mezcla de coreano y chino. 

 Solo atino en observarlos silenciosamente, sin siquiera moverse, como si eso pudiera hacer que no notaran su presencia. 

 El chico más joven señaló le señalo con desprecio, mientras le decía algo al contrario. No sabía qué le estaba diciendo, pero por su tono, supuso que no era nada bueno. 

El gorila lo miró con indiferencia, mientras le respondía con unas pocas palabras. Luego, se dio la vuelta y salió de la carpa, dejándolos solos. 

 Miró al alfa pelinegro caminar de un lado a otro, mientras murmuraba palabras ilegibles. 

 Su corazón dio un vuelco cuando lo vio detenerse y lo miro fijamente. 

 Lo observo mientras se acercaba lentamente y sintió su pulso ir aún más rápido. No aparto su mirada de él ni un segundo, ni cuando lo tuvo de frente, ni cuando libero sus manos de las duras esposas. 

 Aun así, la desconfianza no ceso y ante la atenta mirada del contrario acaricio sus muñecas lastimadas, no podía huir, eso era obvio, no sabía dónde estaba y estaba seguro de que había muchos más de esos tipos afuera. 

Hopeless [Namjin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora