VI

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"En el desierto de sombras y frío,
donde el viento arrastra el dolor,
el omega se rinde al vacío,
buscando en la luna un débil resplandor."




— Levántate — ordenó una voz fría y grosera, cortando el silencio tenso que envolvía el campo desolado.

La noche caía lentamente, extendiendo su manto oscuro sobre el paisaje árido, que se extendía como una vasta llanura de sombras y silencio.

El viento arrastraba hojas secas que giraban en remolinos inquietantes, susurrando historias de desolación mientras se filtraban a través de su ropa rasgada.

El frío era un enemigo invisible, calando hasta los huesos y atrapando cada respiro en una nube helada.

El omega, exhausto, yacía en el suelo, con los ojos cerrados y los pies adoloridos.

Su cuerpo estaba cubierto de polvo y suciedad, cada rasguño en su piel se había transformado en heridas supurantes que ardían con una agonía constante.

La arena, que se había infiltrado en cada grieta de su piel, parecía frotar y agravar el dolor con cada intento de moverse.

Cada respiración era una lucha contra el dolor punzante, que se extendía desde sus pies adoloridos hasta el profundo dolor en su pecho, un recordatorio cruel de su completa impotencia.

— No puedo más, estoy cansado, hemos caminado por horas — murmuró, sobando sus pies adoloridos con un gesto que reflejaba su agonía.

Sus palabras flotaban en el aire como un eco de derrota, mezcladas con el sonido lejano del viento que susurraba a través de la zona.

La noche, oscura e implacable, parecía consumir sus últimas reservas de esperanza.

— No tenemos tiempo para descansar, levántate — la voz del líder era implacable, resonando con la dureza de una sentencia irrevocable.

Cada palabra era un golpe que resonaba en la noche, un recordatorio cruel de la brutalidad del mundo en el que se encontraban.

La luna, alta en el cielo, arrojaba una luz fría que acentuaba la desolación del lugar.

— ¡No! — La palabra salió de su boca como un grito de desafío, una chispa de resistencia en medio de su agotamiento.

El omega se revolvía en el suelo, su cuerpo temblando bajo el peso de su fatiga y desesperanza.

El suelo estaba cubierto de piedras y escombros, cada movimiento era una tortura adicional.

— Maldito omega, te levantas ya o yo te voy a... — La amenaza quedó en el aire, la furia contenida en la voz del líder era palpable, como un vendaval a punto de desatarse.

La tensión era tan densa que parecía que cualquier palabra o gesto podría hacerla estallar en violencia.

— ¡Basta! — Una voz intervino, cortando la tensión como un cuchillo afilado. El pelinegro se agachó para estar a la altura del pelirrojo, su expresión una mezcla de preocupación y una dureza protectora. — ¿Estás bien? — Su voz tenía un tono que, aunque lleno de autoridad, llevaba un trasfondo de empatía, un intento de conectar con el sufrimiento visible del omega.

El menor, mirando al pelinegro con ojos que reflejaban la rabia y la frustración acumulada, bufó con desdén.

— No por mucho tiempo si esas bestias me siguen llevando a rastras — su tono estaba cargado de frustración y desdén, un grito mudo de resistencia en la oscuridad.

Hopeless [Namjin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora