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La ansiedad se apoderó lentamente de Cheng.
Los días pasaron como bloques de hielo, tan pesados para las pobres emociónes de Lu.
Y su asfixiante prometida no ayudaba en nada, día trás día comentándole que cada vez faltaba menos para su boda. Claramente Cheng tenía su mente en otro lugar. Pensando en mil maneras de comunicarse con Dre.
Se maldijo por no haberle insistido un poco más para saber su dirección. Lo único que tenía a su alcance era su número de teléfono. El cual para su espantosa suerte Dre nunca se dignaba a contestar.
Cheng sabía perfectamente que probablemente Dre ya no quería tener alguna comunicación con el y eso lo asustaba.
Todos los días sin falta iba a la misma cafetería dónde se había reencontrado con Parker, con alguna vaga esperanza de encontrarlo ahí. Lo cual nunca sucedió. Su rostro se veía más cansado de lo normal, no estaba durmiendo lo suficiente, aunque siendo sinceros nunca lo hacía. Demasiado ocupado en su trabajo.
Sus rasgados ojos eran adornados por unas oscuras ojeras, que a contraste de su pálida piel eran mucho más evidentes. Su horrorosa suegra le había gritado que arreglará más su imagen, su hija no podía ser vista con alguien en su situación. Cheng solo le sacó el dedo anular mientras escuchaba el jadeó exagerado de la mujer.
Y por supuesto su jefe, que también era su suegro no dejaba de presionarle cada vez más, amenazándolo con correrlo de su prestigiado puesto.
Entonces Cheng se pregunto si realmente todo lo que estaba soportando valía la pena, porque él no era feliz. Incluso mucho antes de que Dre apareciera en su vida nuevamente Cheng estaba sumergido en la rutina. Nunca volvió a practicar Kung Fu, eso que alguna vez le apasionó como nada.
Todo era sin color y simple.
¿Desdé cuando su vida se convirtió en eso?
Ya era de noche cuando nuevamente regreso a su departamento. Su teléfono sonaba ante nuevos mensajes.
Cuando se tiró en su cama, sus músculos gritaron agradecidos.
Reviso su móvil solo para encontrar mensajes y notas de voz de su prometida.
Probablemente no estaba pensando con claridad cuando marco el número de Dre.
Espero una y otra vez pero nunca contesto. Aventó su teléfono a un lado, frustrado.
¿Por qué Dre no contestaba?
¿Estaba molesto con el? Por supuesto que si, aunque porque debería.
Sintió una pequeña punsada en el pecho, tal vez Dre después de todo aún lo seguía queriendo. Y Cheng lo estaba arruinado todo al casarse. Estaba cometiendo un error.
Se levantó rápidamente de la cama, tomando el teléfono de casa que estaba en un mueble. Marcó el número de Dre deseando que funcionara.
Un tono, dos tonos y por fin escucho la voz que tanto deseaba al otro lado del teléfono.
— ¿Hola?
Cheng abrió la boca para decirle todo, pero ninguna palabra pudo salir. Si empezaba hablar Dre se daría cuenta de que se trataba de el y colgaría sin darle tiempo de explicarse.
Estuvo en silencio.
Dre pareció desesperarse ante eso porque solo volvió a decir hola y luego colgó al no tener respuesta.
Cheng se quedó un rato con el teléfono cerca de su oreja, aún recordando la voz del moreno.
Estaba decidido, mañana a primera hora rompería su compromiso.
Mañana probablemente todo se le vendría encima pero le daba igual, esto debió hacerlo desde hace meses. ¿Por qué dejó que tanto tiempo pasara?
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