Un amor inexistente

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Desde hace algún tiempo no me preocupaba el tema del amor, pero no era porque no le tomara importancia sino más bien por no querer volver a vivir la misma situación de antes. Es difícil imaginar que pudiera volver abrirme a ese sentimiento, ya que gracias a lo que sucedió he perdido la confianza. Todos los días iba por la calle mirando los delicados rostros, esperando tontamente encontrar aquello que busco con tanta desesperación y terminaba decepcionado, quizá mi error es creer que al husmear en los ojos de las demás voy a hallar lo que deseo.

Trataba de no hablar al respecto por temor de caer en la monotonía y que las personas que quiero se cansaran de escucharme, pero en el fondo es algo que no podía dejar de pensar. Mantenía mi mente ocupada con una cosa, después con otra y finalmente terminaba tan agotado que al final del día caía sobre mi colchón, dejando que el sueño me desconectara del mundo por un rato para evitar regresar al inicio. Aunque aprovechaba cada minuto para hacer lo que quería, esa idea se mantenía latente, a la espera de encontrarme en un momento de silencio y soledad para volver a atacarme, para desesperarme y terminar llorando hasta sacar todo eso que llevaba guardando para mí.

Mis días eran así hasta que un día centré mi atención en alguien.

Aquella mujer formaba parte de mi rutina al menos unas dos veces por semana, aunque no hablábamos ni una sola vez sobre temas personales, por lo menos cruzábamos palabras para asuntos laborales. Sin el afán de demeritar su profesión, aún tiene un puesto bajo, pero tras ver su rendimiento desde donde me encontraba, no tenía la menor duda de que subiría muy pronto hasta el lugar que merece por ser una persona muy dedicada.

Intentaba no mezclar las situaciones, pero era complicado no sentirse cautivado por sus ojos, lo delicado de la piel de su rostro y las facciones finas que la hacen ver como una auténtica dama de la alta sociedad. Conforme pasaba el tiempo apreciaba más detalles sobre su persona, las perfectas curvas de sus caderas hasta el sedoso y oscuro tono de su cabello, el cual tenía recogido con una red adornada con pequeñas piedras brillantes. Cuando pensé que no podía sentirme más atraído, escuché cuando soltó una genuina risa debido a algo gracioso que le contaron sus compañeros, pues su voz era una hermosa melodía que me encantaba escuchar.

A pesar de todo aquello, mi mente aún estaba con muchas dudas, por una parte, yo no tenía mucho para ofrecerle y por otra, me resultaba impensable que alguien como ella pudiera fijarse en un hombre tan simple como yo. Asimismo, estaba el tema más importante dentro de todo esto: el amor. Todo lo que sentía era una atracción física y me había dejado llevar por eso, pues no podía asegurar que el sentimiento existía por solo verla dos veces a la semana y mucho menos lo creía posible, ya que nadie se puede flechar por apreciar únicamente el exterior. Para aquella mujer yo era un hombre más, en un lugar que habitualmente está lleno de personas desconocidas.

La historia de un supuesto amor que me había fabricado solo llegó hasta ahí. Mi mente ya iba muy adelante del presente, creó momentos felices que no existían, una familia que nunca se formó y avivó un corazón que aún se estaba reparando. Lo deseaba tanto, pero al mismo tiempo me preguntaba si un día podía tener algo así.
Todavía sigo ahí, dos veces por semana, aunque sé que pronto dejaré de asistir pues ya no es necesario continuar yendo. Tengo muchas preguntas y también miedo, pues mi futuro es demasiado incierto y mientras que el reloj continúa con su tic tac, aun no puedo ver la salida al final del túnel. Muy en el fondo anhelo las delicadas caricias, los momentos de felicidad y por supuesto, sentir otra vez el calor en mi corazón.

Cuentos Cortos Vol. 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora