𝐓𝐘𝐍𝐈𝐗 - ᴇᴅᴡᴀʀᴅ ᴄᴜʟʟᴇɴ

Capítulo 1 | El Rugido del Dragón

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Nimith tomó la cesta con toda su ropa para la misión que emprendería en este mundo llamado Tierra. Caminó a paso lento entre los árboles mientras sonreía al ver a las pequeñas hadas que volaban por los alrededores. Nimith era alto y delgado, pero esbelto. Cuando se transformaba en hada, sus alas eran más grandes que el promedio y podía volar a una velocidad inimaginable. Su cabello era rubio con destellos rojos, heredados de su padre, cuyo cabello era completamente rojo. Nimith fue el primer hada del bosque Starlit Glen en tener una transformación completa.

Nimith parpadeó cuando sintió algo esponjoso pasar entre sus piernas. Bajó la cabeza y sonrió al ver a su querido Finvarra. Finvarra era un pequeño gato muy peculiar, con pelaje rojo y pequeñas alas rojas brillantes. Su pequeña mascota era astuta y estaba muy orgulloso de tenerla. Aunque Finvarra era pequeño de nombre, cuando se enojaba, tomaba una forma monstruosa que hacía que sus enemigos se paralizaran con solo verle sus enormes alas y colmillos gigantes.

Bajó las manos, tomó a Finvarra en brazos y siguió caminando por el bosque, buscando a su abuela. Su abuela pertenecía al consejo de hadas, para su disgusto. Dicho consejo estaba formado por unos bastardos que imponían leyes que ni ellos mismos cumplían, a excepción de su abuela. Ella era una mujer justa, fuerte y hermosa para su edad, querida por todos en la aldea e incluso por el reino de los monstruos.

"Nimith, cariño," la voz de su abuela se escuchó desde el fondo y levantó la vista para verla de pie junto al lago de cristal.

"Abuela," exclamó con cariño antes de caminar más rápido hacia ella.

"¿Estás preparado para esto?" preguntó su abuela cuando se detuvo frente a él.

"Estoy listo. ¿Cómo tendré conocimiento de este mundo?" quiso saber Nimith, ya que era la primera vez que iría a una misión fuera del reino de las hadas.

"Déjamelo a mí, querido," respondió su abuela Elsa con una sonrisa.

Nimith cerró los ojos cuando su abuela tocó su cabeza y casi gruñó cuando fuertes imágenes inundaron su cerebro. Se sorprendió al ver lo que era la Tierra: esas cosas que volaban se llamaban aviones, y las que corrían, autos. Se asombró al ver las distintas y numerosas profesiones que ejercían los humanos, y la capacidad que tenían para hacer cualquier cosa. La sonrisa de Nimith decayó y se transformó en asombro al notar lobos, colmillos, ojos dorados y rojos, y al ver la guerra y las personas que morían. Una lágrima cayó por sus mejillas cuando las imágenes pasaron, y quiso arrasar con todos aquellos que hacían daño a personas inocentes.

"Eso, cariño, eso es la Tierra a donde tienes que ir. Ve con cuidado, protégese y, si te transformas, no dejes que ninguna especie de ese mundo te note. Ten cuidado con los vampiros allí; son muy codiciosos, aunque sé que no tendrás problemas con ellos," la voz suave de su abuela hizo que él abriera los ojos y le sonriera con cariño.

"Lo haré, abuela. No te decepcionaré, lo prometo," dijo antes de abrazarla.

Nimith se alejó de su abuela y se dio la vuelta para quedar frente al enorme lago, el cual empezó a brillar mostrando destellos azules y verdes. Su pequeño Finvarra empezó a ronronear y él le sonrió con cariño. Se dio la vuelta para ver por última vez a su abuela y corrió con su cesta en manos y su Finvarra en brazos. A toda velocidad, pasó por el enorme portal creado por el lago y cerró los ojos con fuerza cuando una luz blanca le dio de lleno en la cara.

—Mierda— pensó cuando cayó al suelo, aún con los ojos cerrados.

Nimith abrió sus ojos verdes y notó los enormes árboles que se cernían sobre él. Quedó boquiabierto cuando una pequeña manada de venados pasó a paso lento por su lado. Sorprendido, se levantó del suelo y tomó la cesta que había caído al suelo cuando aterrizó.