En aquel momento abrí los ojos y lo único que pude observar era un espacio blanco e infinito. Intenté extender mis brazos y expresar algún sentimiento con mi rostro, pero me di cuenta de que no respondían. Era como si estuviera flotando en un vacío, sin límites ni objetos visibles. Aun así, por costumbre, intenté observar mis manos y, como en un parpadeo, estas aparecieron frente a mí. Muy pronto, el resto de mi cuerpo se materializó dentro de este espacio vacío; cada parte surgió pieza por pieza hasta que finalmente todo se sintió completo una vez más.
—¿Dónde estoy? —pregunté de forma casi intuitiva.
En ese momento me percaté de que no había tomado aire ni respirado.
—¿Estoy muerto? —dije, sin preocuparme mucho por el contexto de mis palabras.
—Claro que no —se escuchó la voz, proveniente de todas partes y ninguna a la vez—. O bueno, quizás —añadió con un tono casi burlesco.
—¿Quién ha dicho eso? —pregunté de inmediato, al percatarme de la extrañeza de aquella voz.
—¿Preguntas mi identidad sin siquiera presentarte tú mismo? ¿No te parece de mala educación? —respondió la voz, intentando llamarme la atención.
No pude evitar sentir un escalofrío ante sus palabras. De alguna manera, tenía razón. Había sido descortés, pero ¿no debería ser comprensible dadas las circunstancias? Ni siquiera sabía dónde estaba ni quién me hablaba.
—Está bien. Yo soy... —dudé por un segundo, y entonces recordé todo.
Recordé mi vida tranquila, a mi familia, mis amigos. Recordé todo, menos lo que había estado haciendo justo antes de este momento.
—Mi nombre es Tyson —dije con seguridad, más para convencerme a mí mismo que para responder a la voz misteriosa.
La voz rió. —Esa respuesta fue más para ti que para mí, ¿verdad? Es normal. Venir de allá para acá es un proceso extremadamente complejo y duro para la memoria y el alma.
—¿De allá para acá? ¿Quién eres tú? —dije, ahora consciente de que era alguien con una vida, con experiencias que recordar, y claro... que ahora me encontraba en un lugar completamente desconocido. Casi por instinto, sentí miedo.
—Oh, sí, por supuesto. Ahora me toca presentarme a mí. Yo soy... Soy Dios —dijo la voz con total naturalidad.
—¿Dios? —un escalofrío recorrió mi espalda— ¿Ese Dios? ¿Imposible...?
—No, no soy ese Dios que estás pensando. Más bien soy un Dios. Uno de los muchos.
Con esas palabras, sentí como si alguien me estuviera sonriendo macabramente desde algún lugar.
—Está bien, te creo —suspiré—. Entonces, ¿el politeísmo siempre tuvo razón?
—No, hombre, creo que te estás confundiendo. Como ya te he dicho, no soy ese Dios, si es que acaso existe. Soy un Dios de este mundo, no del tuyo —dijo la voz.
—¿De este mundo? —dije sorprendido sin comprender a qué se refería— ¿Dónde estamos...?
—¡Bien! Creo que ya lo has entendido. ¡Bienvenido a un nuevo mundo, Tyson! Deberías estar encantado y alegre de haber sido elegido —dijo la voz, sonando casi como si se adulara a sí misma por elegirme.
Un momento de silencio llenó el espacio vacío, principalmente porque no sabía qué diablos responder. ¿Qué se supone que hago enfrente de un dios? ¿Qué había ocurrido con mi familia, mi vida y todo mi progreso en la vida?
—¿Qué ocurrió con mi vida? ¿Qué ocurre con mi familia? —pregunté, moviendo la cabeza alrededor del enorme vacío blanco, intentando encontrar a quién preguntar o dirigir la mirada.
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Campeones y Dioses
FantasyUn joven humano es seleccionado para ser el campeón de un dios que está al borde de la desaparición, bajo la amenaza de perder aquello que más ama, el joven ahora debe encaminarse en una misión para brindarle poder e influencia a su promotor indesea...